Sarah Rodríguez: auge y caída de la "criptoreina" dominicana
Sarah Rodríguez: auge y caída de la "criptoreina" dominicana

Sarah Rodríguez: auge y caída de la «criptoreina» dominicana

Sarah Rodríguez Díaz se convirtió en una suerte de Ruja Ignatova criolla. Se exhibía como artífice y protagonista de una vida opulenta con la compra de vehículos de lujo, patrocinio de eventos y supuestos negocios alternos. Todo para «mostrar» lo que los incautos podrían obtener si invertían en su negocio, uno de los más proclives […]

Sarah Rodríguez Díaz se convirtió en una suerte de Ruja Ignatova criolla. Se exhibía como artífice y protagonista de una vida opulenta con la compra de vehículos de lujo, patrocinio de eventos y supuestos negocios alternos. Todo para «mostrar» lo que los incautos podrían obtener si invertían en su negocio, uno de los más proclives a cortar la cabeza de los que ansían el dinero fácil.

Con actitud de mesías del trading, Sarah prometía un 30 por ciento en ganancias a quienes les entregaban capital. Se estima que recaudó cerca de 100 millones de pesos con la promesa de multiplicarlos. Era demasiado para una jovencita de 31 años, de aspecto menudo y hipster, pero que se movía como si fuera un aspirante a Ruja Ignatova, la conocida «criptoreina» objetivo del FBI… o a una Tony Montana femenina. Eso sí, en versión 3.0., como mandan los tiempos. Con redes sociales y una mezcla de estupidez y osadía.

Más de 50 personas cayeron en sus redes y por ellas estará al menos en tres meses de prisión preventiva en el penal Rafey Mujeres. ¿Pero cómo una jovencita logró articular una bien aceitada red de estafa electrónica y engañar a tantas personas? Aquí contamos un poco más.

El plan Maestro de Sarah

El programa Desclasificado con Addis Burgos de nuestro medio hermano CDN desveló la estructura de Sarah meses antes que las autoridades en Santiago la detuvieran tras las denuncias de más de 50 personas.

Sarah se presentaba como una experta en criptomonedas e inversiones de mercados digitales. En los últimos tres años captó dinero de la gente con la promesa de multiplicarlos. Ella los lleva a productos financieros virtuales que, según un contrato firmado, serían criptomonedas, mercados Forex o divisas y mercados de valores en Internet.

Su relación con sus posibles inversionistas comenzaba en «círculos de confianza». Captaba a los que están a su alrededor para que después sean ellos mismos quienes difundan las maravillas de hacer este tipo de negocios. Así se crea una cartelera de clientes para que el trader pueda invertir sus capitales con la promesa de grandes ganancias. Toda una red de marketing global de varios niveles.

En los últimos años, Sarah le mintió a los inversores sobre la forma en que funcionaba el mercado y los rendimientos que ofrecía. Así, invirtió el dinero de sus inversionistas por casi tres años.

Pero a mediados del año pasado envió un comunicado. Informó que el negocio había «sufrido una caída» y que no podría continuar con los pagos de los intereses. Aquí comenzó su «tragedia».

Las grietas comienzan a mostrarse

La versión de Sarah es que su flujo de dinero se frisó debido a una intervención bancaria. Según ella, esto provocó que intervinieran la cuenta en junio del 2021. Luego de una transacción de criptomonedas a pesos que depositó a su favor 110 millones de pesos dominicanos y activó alertas.

Los inversionistas denunciaron que Sarah jugaba con sus capitales. Argumentaban que a unos les daba el 20 por cierto, y a otros el 30 por ciento. A esto la trader expresó que siempre les pagó a los clientes un 30 por ciento. Pero la razón de que otros recibían un 20 cierto es porque la abogada donde se firmaban los contratos captaba de quienes iban a su oficina un 10 por ciento. A diferencia de los que negociaban directamente con Sarah, que recibían un 30 por ciento.

En los últimos meses, Sarah envió tres comunicados pidiendo plazos para la devolución del capital a los inversionistas. Capitales que aún no se han saldado.

Una historia de portada

En la Cámara de Comercio y Producción Santiago reposa un registro mercantil a nombre de Black Box Investments EIRL. Describe que es un negocio de mercado e inversiones, inversiones electrónicas, trading, criptomonedas, mercado de valores y nuevos mercados digitales. Una empresa EIRL es de persona única, pero en ella su titular trata de separar su responsabilidad comercial de la personal.

La investigación mostró “supuestas inversiones” de su titular. Asimismo, los contratos firmados con sus clientes figuran a nombre de Sarah Rodríguez Díaz. Esta siempre aparecía como persona física en un acuerdo de cuatro páginas que resume el negocio. El nombre de Black Box Investment no fue utilizado en ningún documento. Por ello, no cuenta con autorización de las autoridades monetarias para ejercer como puesto de inversión.

El magistrado Bienvenido Liz declaró el caso complejo. Sarah Rodríguez Díaz deberá cumplir la prisión preventiva en el penal Rafey Mujeres de Santiago. Lo trágico de todo esto es que ir a la justicia no garantiza la devolución del dinero.

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