Por: Aneudy De León M.

Seamos objetivos. No miren mi afiliación e ideología políticas. Miremos el panorama político electoral actual, el comportamiento de los actores y la correlación de fuerzas a partir de la lógica del poder del partido gobernante. Igual, constatemos la realidad que ha desnudado la pandemia del Covid-19, y la tendencia de cambio que reflejan todas las encuestas. Después de analizar todo esto, qué puede ofrecerle al país el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) y un candidato presidencial con notorias deficiencias disléxicas e intelectuales, después de 16 o 20 años de corrupción, desigualdad social, privilegios de funcionarios, sistema de salud colapsado, educación ineficiente a pesar de la aplicación del 4%, y un largo etcétera que no acaba. ¿Qué puede ofrecernos?

No se trata ni siquiera de ideologías. Es un asunto de realidad y pragmatismo. No consideremos ni la ETICA, ya que esa palabra no la conoce el PLD. Es historia. Vivencia palpable. ¿Qué dominicano/a ha mejorado en los últimos 15 o 20 años a no ser por una coyuntura del poder peledeísta? Siguiendo esta línea de inquietud ciudadana, voy a hacer una confesión. Todo el mundo conoce la única familia política a la cual he pertenecido por más de dos décadas. Aguerrido siempre. Coherente y objetivo.

Pero, mucha gente no sabe que tengo muchos amigos peledeístas. Hasta he sido socio de algunos, y veo muchos llevándoselo quien los trajo, como se dice en el argot popular.

La definición académica. – ¿Qué significo con lo dicho anteriormente? El PLD que nos gobernó durante 12 años de Leonel Fernández y ahora casi 8 años con Danilo Medina, ha sido siempre EL MISMO. Un partido-CARTEL. Una corporación política diseñada para buscar el poder a toda costa y solo para beneficiar una élite. Para que tengan una idea de lo que es una corporación política o partido-cartel como es la forma de operar del PLD, mi profesora de ciencias políticas, la doctora Jacqueline Jiménez Polanco, lo abordó en un ensayo titulado: “La corrupción política en la RD y la entronización del partido cartel”. Politóloga dominicana independiente y profesora en CUNY, EE. UU., la doctora Jiménez Polanco, toma como referencia la teoría de Richard S. Katz y Peter Mair, y los trabajos de investigación sobre partidos políticos, desarrollados por el académico argentino Rodolfo A. Díaz.

La profesora Jiménez, al definir el PLD como un partido-cartel, a partir de una sinopsis histórica, señala: “un tipo de partidos característico de los países en los que abundan la ayuda estatal y el apoyo a los partidos, y en los que fenómenos como el clientelismo… son frecuentes”. El modelo del “Partido-cartel”, como fenómeno empírico está asociado a una revisión del modelo normativo de democracia: ésta consistirá más en “la búsqueda de apoyo del público por las élites que en la participación de aquél en las decisiones”, dicen Katz y Mair. [“Sobre partidos políticos”, Díaz, 2016] (p. 49).

En este modelo como el del PLD, la importancia del elector se relega a ser un instrumento del clientelismo. El argentino Javier Auyero lo define como: “el intercambio directo del voto de un ciudadano a cambio de pagos directos o acceso estable a empleo, bienes o servicios” (Ob. cit., p. 58).

Por otra parte, se habla de que la RD ha crecido bajo los gobiernos del PLD, pero ese crecimiento económico es una quimera que solo beneficia a los grandes capitales pro-PLD y, por supuesto, a una casta peledeísta convertida en una corporación política o partido-cartel. No obstante, ese “cacareado crecimiento” que ha superado el promedio regional por años ha contrastado con los índices de Pobreza (40.7%) e Indigencia (20.2%) que superaban el promedio en Latinoamérica de 28.1% y 11.7%, respectivamente, según la CEPAL (2015). ¿A dónde se ha ido el crecimiento? Parte de la respuesta, a continuación.

En efecto, el daño del PLD, tal como apunta el extinto intelectual y excanciller dominicano Hugo Tolentino Dip, no es ni siquiera coyuntural, es histórico. El daño ha sido tan grande a la democracia, al desarrollo humano, llegando a una degeneración de la política tal, que hasta golpearon a sus propias bases. Es la experiencia más desalmada y contra natura de desgaste de partido político alguno en la República Dominicana. ¿Cómo se dio esto?

El contexto real. – Partidos políticos han caído por corruptos y autoritarios. Otros, por no saber conciliar intereses del liderazgo colectivo causando su división y debilitamiento institucional y electoral, sin embargo, en este del PLD, las élites se pusieron de acuerdo, pero para pisar y olvidar las bases, y de paso, llevarse de porrazo el futuro de la sociedad, al tiempo que amasaban riquezas espurias. Esto con la finalidad de generar un clima de impunidad de castas donde solo ellos, sus hijos, familiares, amigos más allegados veían el éxito político y económico cada cuatro años. Un “quítate tú pa’ ponerme yo”. ‘Me hice rico ya, ahora te toca a ti, familia, los tuyos’, etc., y así, como si el estado dominicano fuera un columpio donde cada niño espera su próximo turno para montarse y mecerse; así ha venido el PLD ejerciendo el poder. De este modo, un círculo vicioso que no solo lo era por vicio desenfrenado de acumular lucro económico, sino ahora por otras razones más subjetivas, egocéntricas y grupales.

Esta dinámica excluyente y clientelar de las bases del PLD y de la sociedad -mayormente vulnerable- fue una regla constante (ley del condón) hasta que llegó el momento en que todas las élites de los grupos desde las de Leonel Fernández hasta las de Danilo Medina lograron posicionarse monetariamente. Así, el PLD se convirtió en un centro de lucha fratricida del poder por el poder, por puro ego. Una manifestación agravada del Síndrome de Hubris, concepto originado en la antigua Grecia y extraído del vocablo “hibris” o “hybris” que significaba “desmesura”, aludiendo hoy a soberbia, arrogancia y prepotencia. Esta enfermedad de los que creen saberlo todo, y que en la actualidad es considerada como un trastorno psiquiátrico, consistente en el orgullo, confianza exagerada en sí mismo y la sensación de omnipotencia de aquellos que ostentan el poder, se agravó en el accionar político y gubernamental del PLD.

Siendo así, todo aquel que no estaba dentro de esa élite llamada “Comité Político”, familiares, allegados y sus más cercanos colaboradores, donde los pilares se movían a partir de las conveniencias del poder, sencillamente estaba descartado para ser un ente del ejercicio del poder y/o crecer políticamente. Este fenómeno es lo que explica que personas talentosas del peledeísmo, con liderazgos naturales y comunitarios, con trayectoria ética (que yo mismo conozco), nunca pudieran ser ni siquiera candidatos/as a regidores o diputados, ni ocupar cargos de relevancia para incidir en el poder político.

Esta tesis plasmada aquí cobra una fuerza singular cuando es precisamente un emblemático e histórico dirigente del PLD hoy en otra parcela del peledeísmo quien nos da la razón. Me refiero al doctor Gedeón Santos. Este es un ejemplo de cómo las élites del PLD han cambiado por décadas su retórica a partir de la conveniencia política, sin dejar de validar la tesis del agotamiento del modelo PLD al que me suscribo. El profesor Santos, con quien he tenido vinculación académica indirecta, planteó, en unas declaraciones del 15/05/2013, que recoge el diario digital Acento, lo siguiente: “Leonel Fernández gobernó con un sistema agotado y de exclusión social, que fue incapaz de resolver el problema de la electricidad y dejó el peor sistema educativo de América Latina”; y aseguró que ese mismo PLD de Leonel: “gobernó de 2004 a 2012 con un viejo modelo de exclusión social que colapsó” (sic).

Casi seis años después, el mismo Gedeón Santos, en un artículo del 16/01/2019, publicado en el Listín Diario, titulado: “Terceros períodos consecutivos y gobiernos fallidos”, refiriéndose al modelo colapsado del PLD, sostiene lo siguiente: “las condiciones subjetivas se deterioran debido a que las sucesivas victorias y el poder mismo tienden a dar una sensación de confianza y superioridad que muchas veces deviene en arrogancia, lo cual produce un alejamiento de la realidad, lo que por supuesto conduce a la pérdida de la capacidad de interpretar la sociedad y a la dificultad de generar empatía popular” (sic). Como podemos ver, el doctor Gedeón Santos hasta coincide, sin llamarlo por su nombre, con el Síndrome de Hubris al que nos hemos referido más arriba.

La única “diferencia coincidente” en la admisión del profesor Gedeón es que, en la primera, su retórica era favorable al recién inaugurado gobierno de Danilo Medina, y en la segunda, lo hace para favorecer a Leonel Fernández, pero significando siempre que es el mismo modelo PLD, y que solo lo han diferenciado los actores inquilinos del Palacio Nacional. Una evidencia más de que a los peledeístas de las élites los mueve el poder de turno y el interés corporativo del cartel, no el interés nacional. Porque, desafortunadamente, hasta “los serios” de ese partido siguen esa lógica.

En efecto, esta es la forma en que ha operado el PLD. Creando castas y élites políticas corporativistas que se robaron no solo el país y las esperanzas de la gente, sino también que pisotearon a sus propias bases y dirigencia media que otrora lo hicieron un partido dominante.

Dicho esto, no se trata de si uno es PRM, PRSC, PRD, Alianza País o ciudadano independiente. Hay un hecho irrefutable y es que ningún gobierno ni partido gobernante de la bolita del mundo será MAS MALO, más inhumano, más corrupto e ineficiente en términos del desarrollo integral de una nación, que el PLD, sea el de Danilo o sea el de Leonel. ¡Este cartel rompió todos los esquemas!

En conclusión, hay muchas razones históricas, humanas, políticas, morales, éticas, patrióticas, sociales y hasta de supervivencia del Pueblo dominicano para decir: ¡Basta, no más! El PLD, es sin dudas, un modelo político, económico y social agotado.

 

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