10 mil aulas

En los tiempos de los sueños y las utopías, y desde el movimiento estudiantil, aportábamos nuestro granito de arena para que la democracia sea el estilo de gobernar en nuestro país. Usábamos algunas tácticas que nos permitían mejorar la “percepci

En los tiempos de los sueños y las utopías, y desde el movimiento estudiantil, aportábamos nuestro granito de arena para que la democracia sea el estilo de gobernar en nuestro país. Usábamos algunas tácticas que nos permitían mejorar la “percepción de masas movilizadas”, para enfrentar las críticas de nuestros adversarios. Así, cuando en el Liceo Secundario de Tamayo, nuestra organización estudiantil convocaba a una asamblea para discutir nuestro plan de lucha, nos asegurábamos de que el aula seleccionada para la actividad se vea llena. El liceo tenía una matrícula  que superaba los ochocientos alumnos y no podíamos permitir que el encuentro se vea “flojo” por poca asistencia. Bajo este influjo seleccionábamos el aula donde se impartía el cuarto curso del Bachillerato en Filosofía y Letras, un espacio en el que, cuando habían veinte personas “se  veía full”. Entonces, uno de los compañeros de “manera sabia”, proponía que “como somos tantos, y no cabemos aquí,  cambiemos a una aula mediana”. Si la gente seguía llegando a la asamblea, a veces eran multitudinarias, entonces como no cabíamos en ninguna de las aulas, nos trasladábamos al Salón de Actos y casi siempre las asambleas terminaban en movilizaciones de masas que partían hacia el centro del pueblo. La táctica daba sus resultados y podíamos afirmar que esta “jornada de lucha”, superaba nuestras expectativas. Siempre tratábamos de que  todos en el plantel, estudiantes y profesores, tuviesen la seguridad de que las cosas siempre saldrían bien. Por eso creo que el anuncio del Gobierno dominicano, con relación a la construcción y reparación de diez mil aulas para el presente año escolar, falló en ese aspecto. Y no es que el trabajo no se haya hecho. Lo que pasó es que las expectativas creadas a la población estuvieron por encima de las posibilidades. Para esos tiempos si nos hubiese tocado construir aulas, anunciaríamos que construiremos tres mil, si llegábamos a cuatro mil…entonces a celebrar todo el mundo. Ni pensar en el fiestón, si la cifra hubiese alcanzado las diez mil contempladas en nuestro plan. Nuestras tácticas eran “cosas de muchachos”, pero con frecuencia nos daban buenos resultados.

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