Es un filme real, no porque su trama se fundamenta en una historia real sino por la importancia y trascendencia en su puesta en escena y la belleza de su tratamiento, que a pesar de tratar sobre esclavitud, no cae en apelar a sentimientos de conmiseración ni en lo panfletario. La frase más expectante es cuando Solomon dice: “Yo no quiero apenas sobrevivir, yo quiero vivir”, pues no se trata de cualquier negro sino de un negro culto y libre que cae en una celada que le arrebata 12 años de vida productiva. Esa frase retrotrae a quienes hemos vivido “12 años de dictadura” o “30 años de tiranía” o a los años perdidos que tiene nuestra sociedad esclavizada por regímenes y reinos de intereses (no hablemos de políticos) que rezagan el progreso y bienestar material e inmaterial hasta llevarnos al azaroso agujero en que estamos donde el amor anda de vacaciones y el interés crece en un sistema financiero alejado de una economía productiva y democrática.
Hago esa reflexión porque el filme es en sí un cine político, aunque esa evidencia no sea expuesta en la lucha de clases que significó la lucha por erradicar la esclavitud en USA y la tendencia política e ideológica posterior que viene produciendo fuertes contradicciones al centro de ese país. Cinematográficamente, los puntos altos y trascendentales se dirigen hacia un bellísimo plano secuencia y a una indescriptible y conmovedora actuación de Lupita Nyoang’o que seguro ganará el Oscar como “actriz secundaria”, pero que hizo un trabajo de primera. La música, casi imperceptible, ayuda a contar la historia. La dirección, se nota a leguas, bastante independiente y con coraje traduce una visión muy distante a las alineaciones ideológicas de la industria cultural gringa que impone y considera valores de su país hacia el mundo. Sin embargo, el filme no me impresionó más allá de lo normal.
HHHH Dirección: Steve McQueen Guión: John Ridley, Basada en 12 Years a Slave de Solomon Northup. Género: Drama histórico. Duración: 134 minutos
