¿Se puede hablar de progreso en la República Dominicana sin resolver de forma definitiva el problema eléctrico?¿Se puede hablar de avance social y económico en la República Dominica mientras se encuentre entre los últimos lugares en el mundo en calidad de la educación? ¿Cómo avanzar efectivamente en la República Dominicana con servicios de salud tan deficientes que cualquiera muere por patologías y urgencias tratables en el estándar internacional?
¿Se avanza efectivamente en la República Dominicana con jueces que han tenido que ser encarcelados y otros tantos están siendo investigados que en verdad, para muchos, hasta los que investigan deberían de estar también detrás de las rejas?
¿Cómo progresar en la República Dominicana donde los negocios y las familias que sí pueden han de pagar seguridad privada insuficiente y los demás se exponen a todo tipo de riesgo en cuanto a integridad física, protección de vidas y bienes?
¿Cómo avanzar aceleradamente en la República Dominicana si la carga fiscal, es decir, el porcentaje equivalente del Producto Interno Bruto que administra el Estado, es de los más bajos de la región lo que no es sinónimo de aumento de impuestos?
¿De qué manera lograr avances reales en las condiciones de vida y trabajo en la República Dominicana donde los salarios mínimos promedios del sector informal para las mayorías de las categorías son superiores a los salarios mínimos promedios del sector privado?
¿En qué medida los altos niveles de corrupción dificultan que los funcionarios públicos realicen la importante labor a la que están destinados y que supone al mismo tiempo una preparación y niveles de competencias tales que realicen sus trabajos como una verdadera contribución a la sociedad y no una onerosa y pesada carga?
Se ha dicho y repetido constantemente que el Estado es el más alto nivel de desarrollo de la sociedad y que su administración por la vía de los gobiernos es el camino para lograr un auténtico progreso.
Después de la caída de la cruenta tiranía de Trujillo es indudable que la República Dominicana ha avanzado en cuanto a libertades públicas y democracia electoral; pero las interrogantes anteriores nos dicen que el ritmo de progreso no se corresponde con los requerimientos mundiales, regionales y nacionales de desarrollo.
Las elecciones presidenciales, congresuales y municipales del 2016, así como la elección de nuevas altas cortes y nuevas autoridades en la Junta Central Electoral, es una oportunidad para que la sociedad y sobre todo la llamada clase política marquen un nuevo ritmo, y quizás una nueva ruta del desarrollo nacional. ¡Es tiempo ya!
