21 años no es nada

En ese eterno tango de la nostalgia—Volver—Carlos Gardel lo daba por sentado: siempre se vuelve al primer amor; y para los argentinos, más allá de que su primer título oficial se remonta a la Copa América de 1921, nunca hubo amor como el que&#8230

En ese eterno tango de la nostalgia—Volver—Carlos Gardel lo daba por sentado: siempre se vuelve al primer amor; y para los argentinos, más allá de que su primer título oficial se remonta a la Copa América de 1921, nunca hubo amor como el que se materializó por primera vez en aquel junio del ’78, cuando entre esa lluvia de papelitos—tan, pero tan argentina—se vieron levantando por primera vez la Copa del Mundo en el Monumental de Buenos Aires: el comienzo de un idilio inolvidable. A pesar de los triunfos que amasaron de ahí en adelante, del 2006 hasta acá, el currículum del conjunto le ha pesado más de lo que le ha ayudado. Durante la mayor parte del siglo XXI, Argentina se ha visto más cerca de la imagen de un atontado personaje de Capusotto que de la del desparpajo encantador de su sonriente Morocho del Abasto. Esta última crisis de juego queda enmarcada en un dato: desde la Copa América del ’93—Olimpíadas aparte—Argentina no registra títulos.

El cuadro Gaucho llega al Mundial de la mano de un Alejandro Sabella que ha logrado devolver cierta estabilidad al equipo que fue líder en las eliminatorias sudamericanas.

Junto a Messi, tres jugadores completan el cuarteto de la muerte de Argentina: Agüero, Higuaín y Di María; posiblemente el mejor ataque de la Copa. El reto de Sabella era formar un equipo que los potenciara de media cancha para abajo, creando de camino un grupo con la solidez defensiva y la capacidad de combinación necesarias para explotar al mejor Messi. Todo esto partiendo de un mediocampo en el que la única seguridad era Mascherano y una defensa que, desde el retiro de Ayala, ayunaba de líderes verdaderos.

A las soluciones de Sabella–regularización de la formación 4-3-3; Gago para combinar en mediocampo y la dupla Garay-Fernández para defender–por momentos, se le notan las costuras; el Mundial servirá para una de dos cosas: desmenuzarlas una vez más o asegurarlas en su sitio definitivamente.

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