21 de enero

El alto para celebrar nuestra Protectora Altagracia amerita observarse con un acento eminentemente reverente. Silencio, sosiego y calma debieran predominar, en oposición al desorden, ruido y destemplanza que caracterizan la normalidad dominicana.…

El alto para celebrar nuestra Protectora Altagracia amerita observarse con un acento eminentemente reverente. Silencio, sosiego y calma debieran predominar, en oposición al desorden, ruido y destemplanza que caracterizan la normalidad dominicana. Pero el carácter masivo y folclórico de la fiesta y la peregrinación altagracianas, ciertamente estimula a actividades al margen de lo espiritual: alto consumo de alcohol, irresponsabilidad al conducir, bulla y violencia. Los operativos policiales y de tránsito que aplican las autoridades intentan asegurar el orden y prevenir incidentes fatales; la disposición y voluntad de cooperación de los ciudadanos es el ingrediente esencial para la nación concluir esta especial jornada sin nuevos sucesos humanos que lamentar. Que la Virgen vea iluminarnos y así sea. 

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