Adicción al celular

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Hace unos días, cuando mi proveedor de servicios de Internet daba mantenimiento a su plataforma, sentí una gran desesperación porque durante aproximadamente 20 minutos no pude acceder con mi teléfono a mis redes sociales y programas de mensajería. Luego, hice un análisis autocrítico de mi absurda reacción y, además de reconocer que me dejé afectar por algo tan superfluo y banal, llegué a la triste conclusión de que es síntoma de un mal común y peligroso: la adicción y creciente dependencia del celular.

Una muestra de esto fueron los exabruptos y el caos generalizado cuando hace un par de meses el popular Whatsapp estuvo unas cuantas horas sin funcionar. Como consecuencia de ello se crearon muchos chistes sobre cómo las personas de repente se percataban de la existencia de su familia y la gente alrededor y hasta se elaboraron interesantes campañas de concienciación como “mira hacia arriba”, que hace alusión a toda una generación que pasa una gran parte de su vida perdiéndose de su entorno por tener la vista constantemente hacia el celular, para edificar a las personas sobre un mal silente y sutil que puede casi pasar desapercibido a quienes lo padecen pero que resulta muy pernicioso.

Sin dudas el celular y todo aquello a lo que se puede acceder a través de él como Messenger, Twitter, Facebook y muchas cosas más es sumamente útil para el trabajo, para las relaciones personales, como herramienta de promoción y publicidad, para hacer denuncias, para la difusión rápida de información y para acercar a los que están lejos, pero se corre el riesgo de alejar a los que están cerca y sustituir la calidez del roce humano por el apego a la frialdad de una pantalla. Además, ha sido comprobado que esta dependencia, al igual que otros tipos de adicciones, alteran el ritmo de vida y hasta causa problemas de salud como insomnio, ansiedad, estrés y desórdenes relativos a la alimentación.

No se trata de dejar de utilizar estos aparatos porque, obviamente, son muy importantes y para muchas personas en el aspecto laboral son imprescindibles, sin embargo, sería ideal analizar el tiempo que se le dedica a usarlos en cosas realmente innecesarias para intentar reducirlo en beneficio de actividades más productivas como descansar, estar con la pareja o compartir en familia.

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