El 2013 fue un período difícil que a fin de cuentas no fue tan malo como muchos esperaban después de la implantación de la política de austeridad del gobierno y la desaceleración del gasto.En los primeros meses de ajustes, a consecuencia de la reforma fiscal, la economía se ralentizó y los agentes económicos se tornaron más cautos.
Muchas actividades, como el comercio, también se redujeron, lo que impactó el programa de recaudación de impuestos, pero el gobierno logró sortear la situación con varias acciones, algunos eventos económicos inesperados y finalmente, la hábil gestión desde 2012 que condujo a la renegociación del contrato con la Barrick Gold, ayudaron a terminar el año en estabilidad con bajos niveles de inflación.
En medio de las restricciones, el sector empresarial transó un ajuste salarial que contribuyó a crear el clima de paz entre los dominicanos, y sólo factores vinculados al venir del fortalecimiento institucional impactaron la cotidianidad.
La vida nacional continuó siendo perturbada por el cáncer de la violencia indiscriminada, a veces vinculada a las entrañas de la sociedad y al grave drama de la familia. La más letal continuó siendo la violencia estimulada por el narcotráfico y la delincuencia común.
Pero en general, y sin olvidarnos de los pesares, el año termina con resultados positivos que se reflejan en la aprobación ciudadana a la gobernabilidad. La confianza en el país se sigue reafirmando pese a una campaña insensata que pretende satanizar sus estamentos institucionales.
El gobierno dio un fuerte impulso a la política educativa, marcada por la expansión de las aulas, la ampliación de las tandas extendidas, la mejoría de las condiciones de los maestros y el suministro de los insumos al ejercicio de la docencia.
Aunque se confrontan muchas dificultades para el afianzamiento de los servicios de salud, es loable el esfuerzo por sustentar las atenciones para los sectores más disminuidos. En esa perspectiva, hay que valorar las políticas para apoyar las microempresas y los pequeños productores agropecuarios.
Arrastramos muchas miserias, pero al menos la esperanza de un país mejor no murió en 2013. Hay que confiar en un mejor 2014.