Philippe Croizon, un francés que perdió todas sus extremidades tras ser electrocutado en un accidente, finalizó el último tramo de un nado con el que buscaba unir a los cinco continentes.
Utilizando aletas hechas a la medida, Croizon nadó las heladas aguas del estrecho de Bering entre Rusia y los Estados Unidos, en una simbólica unión de Asia y América.
El recorrido con el que Croizon culminó su proyecto fue entre la isla de Little Diomede, de EE.UU., y su isla hermana Great Diomede, en aguas rusas.
En los últimos tres meses el francés ha nadado entre Papúa Nueva Guinea e Indonesia para unir Oceanía con Asia, a través del Mar Rojo para establecer un vínculo entre África y Asia, y atravesó el Estrecho de Gibraltar entre Europa y África.