Siendo esta nuestra última publicación de este año que termina, entendemos necesario dar gracias, primero a Dios por permitirnos seguir adelante con pasos firmes, a los directivos de el Caribe por la oportunidad que nos brindan cada semana para expresar nuestras reflexiones, y por supuesto, a los asiduos lectores que nos siguen en cada entrega. Claro que, sin los artistas, no tendríamos arte, así que gracias del alma.
El arte dominicano, como bien señalábamos en una de nuestras primeras intervenciones por este medio, no ha sido debidamente estudiado, se ha quedado más en la crítica y no en la investigación. De manera que ha de ser para nosotros más que un compromiso, un deber, estudiar de forma sistemática el devenir de nuestro arte. Sin embargo, para ello hace falta la unidad y, ya que estamos en tiempos de pascua, no estaría mal entrar en reflexiones profundas entre los estudiosos de la cultura para llegar a conclusiones plausibles que nos permiten sistematizar los hechos del pasado y así poder hablar de un presente legitimador.
Es necesario que las instituciones culturales del país colaboren para que se puedan encaminar serias investigaciones con carácter científico que permitan estudiar nuestro arte. Y, ya que cada año se realizan los Premios a la Crítica de Arte, por qué no hacer el evento por convocatoria y que cada participante aparte de presentar un resumen de sus aportes, realice un trabajo monográfico sobre un artista o etapa del arte nacional. De igual forma en las Bienales Nacionales o Trienales del Caribe, Premio E. León Jimenes, etc., aparte de las interesantes charlas que se realizan, bien pudieran dedicar un espacio a la investigación.
De manera que poco a poco de lo desconocido, entre lo abigarrado, lo entremezclado en esa simbiosis cultural de la que somos parte, se puede producir una estela de hechos que si trabajamos juntos podremos lograr con el tiempo grandes resultados para la constitución de la historia del arte nacional.
