Anticipan Federer va en decadencia

 “¿Y tú qué crees?”. Más brusco no pudo contestar Roger Federer cuando le preguntaron sobre cómo se tomaba su pronunciado desplome en los rankings.

 “¿Y tú qué crees?”. Más brusco no pudo contestar Roger Federer cuando le preguntaron sobre cómo se tomaba su pronunciado desplome en los rankings.Pero tampoco es que el 17 veces campeón de torneos del Grand Slam esté deprimido, amargado o abrumado por una pálida temporada.

Su sentir es que el peldaño que tiene ahora mismo en el escalafón de la ATP no le afecta mucho el ego: “En este momento, los rankings no me motivan”, dijo tras perder ante Rafael Nadal en los cuartos de final del Masters de Cincinnati. “Lo que me motiva es enderezar mi juego”.

Con 32 años, el suizo afronta el Abierto de Estados Unidos, que comienza el lunes, en circunstancias muy especiales, en las que se duda que pueda coronarse una vez más en las grandes citas del tenis. Se habla de un declive irreversible. Se conjetura que colgar las raquetas es inminente.

“No lo veo en esta etapa como capaz de superar las siete rondas y teniendo que vencer a por lo menos dos de los tres grandes”, opinó John McEnroe, el cuatro veces campeón del US Open y ahora comentarista de televisión.

Lo que se percibe es una sensación de nostalgia en torno a Federer, presentándose a Flushing Meadows como su última oportunidad para ganar otro Slam.

Federer es el séptimo cabeza de serie, la primera vez en una década que no se presenta entre los tres primeros en un Grand Slam. Viene antecedido por unos aciagos meses de verano, en los que su racha de 36 apariciones seguidas en cuartos de final en las grandes citas se rompió al caer ante el ucraniano Sergiy Stakhovsky, el número 116 del mundo, en la segunda ronda de Wimbledon.

Tras la prematura eliminación en Wimbledon, Federer improvisó planes al anotarse en un par de torneos en arcilla y empezó a probar con una raqueta con un aro más grande para reducir los errores no forzados.

Para verse en el espejo de otros grandes tenistas

Federer puede mirarse en el espejo de Pete Sampras, quien en Wimbledon de 2002 cayó ante George Bastl. Cuando le daban por acabado, Sampras conquistó el US Open dos meses después y no volvió a jugar. También podría producirse algo como lo que ocurrió con Bjorn Borg, quien con 25 años en 1981, perdió la final del US Open ante McEnroe y no se le vio en otro Grand Slam.

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