El antidominicanismo en Haití

La política tiene su librito. Por desgracia, no necesariamente es un compendio de ética. En uno de sus capítulos enseña que cuando un gobierno tiene dificultades, recurrir al nacionalismo puede ser su tabla de salvación, pues ello logra generalmente&

La política tiene su librito. Por desgracia, no necesariamente es un compendio de ética. En uno de sus capítulos enseña que cuando un gobierno tiene dificultades, recurrir al nacionalismo puede ser su tabla de salvación, pues ello logra generalmente unir a la población en torno a quien la dirige. Y ya saben el resto, mientras el circo prevalezca, los problemas se olvidan por un tiempo.

Los ejemplos abundan. Mencionemos el caso argentino. En 1982, la Junta Militar que gobernaba estaba a punto de colapsar. Requería con urgencia algo para mantenerse. Optó por una causa que estaba en el corazón de sus ciudadanos, y trató de recuperar a la fuerza las Islas Malvinas, a sabiendas de que el éxito era imposible, partiendo del poderío en todos los órdenes que tenía Inglaterra, país que poseía el territorio.

Tengo la impresión que actualmente, con disimulo diplomático, las autoridades haitianas están llevando a la práctica ese librito, el cual conocen muy bien, pues suelen utilizarlo cuando las circunstancias lo ameritan.

Basta recordar que el expresidente Jean Bertrand Aristide, varias veces, estando al borde del precipicio, buscaba un conflicto con nosotros, y promovía un antidominicanismo que gustaba a su gente, y así lograba fortalecer su imagen. A Balaguer, que en ese entonces nos dirigía, le encantaba aquello, y lo aprovechaba para lo mismo, lo que me hacía pensar que entre los dos mandatarios había una especie de complicidad.

En los últimos meses el presidente haitiano Michel Martelly ha tenido serias dificultades, con acusaciones de todo tipo que han debilitado su gestión. Lo peor es que ha sido incapaz de enfrentar con razonable éxito las consecuencias de los fenómenos naturales que han azotado a la hermana nación, no obstante haber recibido millones de dólares y de euros para tales fines. Allí el saco de la corrupción no tiene fondo.

Hoy en Haití existe un sentimiento contra nosotros. Se refleja en sus medios de comunicación. Es penoso que así sea. No es justo ese maltrato. Hemos sido un pueblo solidario con nuestros vecinos y nuestro presidente se ha comportado con mucha altura en esa relación. Creo que el hecho de que nos prohíban exportarles pollos y huevos tiene ribetes más políticos que económicos, aunque no es descartable que ambos estén muy unidos en este caso. El antidominicanismo que se respira en Haití es promovido por su gobierno, porque entiende que eso lo consolida frente a sus ciudadanos. Con la política no se juega, sobre todo cuando se trata de dos países que obligatoriamente deben tener proyectos comunes para avanzar. El que manipula los sentimientos colectivos casi siempre termina mal, por ello resalté los ejemplos de la Junta Militar argentina y de Aristide.

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