Argumentos empresariales que no se sostienen

Con frecuencia escuchamos los siguientes argumentos de parte de algunos representantes empresariales. “Debemos cuidar nuestras relaciones con Haití, pues es nuestro principal mercado, con un valor de mil millones de dólares”.

Con frecuencia escuchamos los siguientes argumentos de parte de algunos representantes empresariales.

  1. “Debemos cuidar nuestras relaciones con Haití, pues es nuestro principal mercado, con un valor de mil millones de dólares”.
    A lo que respondemos que cuanto más importante el intercambio, más preocupante resulta depender de un mercado tan inestable, donde frecuentemente se apedrea a nuestros transportistas; se aplican prohibiciones que perturban el comercio; y se utiliza este intercambio, como arma de negociación política. Nuestra dependencia del mercado haitiano deberá superarse con una mayor eficiencia y competitividad, que nos permita abrir nuevos mercados.
  2. “Debemos mantener un diálogo con Haití”.
    Este planteamiento está basado en supuestos erróneos. Primero, el dialogar requiere de dos partes, y la sociedad haitiana se caracteriza por una escasa capacidad de diálogo, una causa determinante de su fracaso histórico. El que su Primer Ministro nos haya calificado de torturadores, lo dice todo. Pero aun más, estos reiterados llamados al diálogo parecerían sugerir que el problema está de nuestro lado, cuando no es así, y evidenciar una cierta debilidad, contrario a la necesaria fortaleza requerida para negociar efectivamente. Finalmente, contar con alternativas es esencial para negociar con eficacia, lo que aconseja diversificar nuestros mercados, tal como hemos señalado.
  3. “Apoyamos el plan de regularización.”
    La regularización no resuelve el problema que representa la contratación de la mano de obra inmigrante, en un mercado laboral donde el 35% de los jóvenes dominicanos están desempleados. Creemos que la actividad económica debería crear empleos dignos y bien remunerados para los dominicanos. Aun más, el desbordado desempleo de nuestra juventud aumentará los problemas sociales, como la delincuencia. El costo privado de contratar inmigrantes resulta bajo, mientras no se contabilice su alto costo social en una sociedad tan pobre. Esto podría terminar enfrentando al empresariado con la sociedad, pues el beneficio privado tendrá un creciente costo social que lo pagará la sociedad como un todo.
  4. “Estamos condenados a vivir juntos”.
    Este argumento parecería sugerir que nuestros destinos están indisolublemente unidos. En 1844, conservadores y liberales se unieron para separarnos, en el caso de unos, o independizarnos, en el caso de los segundos, de Haití. El éxito de esta lucha de nuestros antepasados nos liberó de pertenecer hoy al cuadro de honor de los estados fallidos. Siendo así, la estrategia empresarial debería tomar en cuenta el riesgo de convertirnos en un estado fallido, al igual de los potenciales graves conflictos por el uso del agua y la depredación de nuestros bosques y litorales. En fin, creemos que la mejor estrategia debería estar basada en detener una inmigración desbordada, y en hacer respetar nuestros intereses, en los aspectos comerciales y de inversión. Y esto solamente lo lograremos si negociamos desde una posición de fortaleza.

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