Alo largo de los años, el Colegio Dominicano de Artistas Plásticos (Codap), ha sido marginado, de hecho, muchos creadores no lo asumen como una entidad que los represente. Tanto es así que a las actividades que se realizan son contados los artistas que asisten y, por lo regular, ya se han convertido en rostros reconocibles.
Pero hay quienes opinan que el Codap tuvo su momento de esplendor, tiempos en que los denominados grandes maestros del arte nacional se sentían identificados con las propuestas que se presentaban. De igual modo, hay quienes se vanaglorian al referirse a sus períodos sea como presidentes de la entidad o como miembros de la directiva.
Es así como hemos escuchado a muchos decir que “cuando estaban al frente, todo era diferente”, pero lo cierto es que por lo general el Codap ha pasado por administraciones que en su mayoría no han sabido proyectar a futuro una visión colectiva en beneficio de todos los que componen el gremio. Y cuando se ha intentado hacer algo, se ha favorecido únicamente a un grupo.
Entonces, ahora que hemos visto cómo los artistas se han integrado a propósito del contexto político, tal vez pudieran hacer lo mismo para revivir un espacio que ubicado en el corazón de la primera ciudad del nuevo mundo, puede convertirse, si así se lo proponen, en una asociación que represente real y efectivamente los intereses del sector artístico nacional.
Más todavía, a partir del Codap el Gobierno pudiera realizar compras de obras por certamen de los creadores nacionales para que las mismas decoren las instituciones públicas dejando una cuota abierta para las galerías de manera que se mantenga activo el mercado de arte local.
Asimismo, el Codap debería tener una participación más activa en los procesos de la Bienal Nacional de Artes Visuales y estar de cerca en la toma de decisiones del Ministerio de Cultura en procura de mejores condiciones para los de su clase. Es momento de que el Codap brille y adquiera la importancia que en efecto merece.
