Hoy 27 de febrero conmemoramos con júbilo el 172 aniversario de nuestra Independencia, hecho que ha tenido su repercusión en el arte como medio para la expresión del sentir de un pueblo que hoy puede proclamar al mundo su soberanía, pese a los intentos de grupos que han procurado el interés particular antes que el colectivo.
Es precisamente con ocasión de la Independencia nacional que se empieza a sentar las bases del denominado arte dominicano. Y, de hecho, es luego de este hito que los artistas incorporan en sus discursos pictográficos las imágenes no sólo de nuestras tierras, sino de los principales personajes que forjaron nuestra nacionalidad.
Entre las imágenes más socorridas encontramos el retrato al óleo del principal prócer de la nación Juan Pablo Duarte, cuyo recuerdo ha logrado permanecer hasta nuestros días, gracias a la maestría de Abelardo Rodríguez Urdaneta, sin dejar de resaltar la única fotografía que se conserva del patricio realizada por el artista venezolano Próspero Rey.
De manera que desde finales del siglo XIX y principios del siglo XX, se tienen noticias de varios nombres de creadores que asumen un compromiso para el desarrollo de la identidad de la incipiente nación, destacando además de Rodríguez Urdaneta, el papel activo de artistas como Alejandro Bonilla -quien también pintara a Juan Pablo Duarte-; además de Arturo Grullón; Juan Bautista Gómez; Enrique García Godoy, Yoryi Morel, entre otros.
En todo esto las mujeres no se quedan atrás, interviniendo con gran ahínco las talentosas Adriana Billini y Celeste Woss y Gil. En la producción visual de la Woss y Gil encontraremos un sinnúmero de piezas que, además de exaltar la belleza femenina, promueven el mulataje y el desnudo, temas tabúes para la época y, sobre todo, al ser recreado por una artista. Pero lo que procuraba esta creadora no era otra cosa que resaltar que la República Dominicana es un país donde han logrado converger varias culturas y, precisamente en el proceso de simbiosis es que se concentra la mayor riqueza de esta nación.
