El asesinato de Guillermo Moncada (y 3)

El enfoque mediático ha sido que su asesinato fue el acto final de una discusión por un parqueo.

El enfoque mediático ha sido que su asesinato fue el acto final de una discusión por un parqueo. Nada más alejado de la verdad aunque fuera ese acalorado absurdo, donde Guillermo no estuvo presente, lo que desencadenara los fatales acontecimientos de ese 2 de Noviembre.

Su instinto protector lo llevó al hogar de su hermana, más que a pelear por ella, a definir la forma legal de proceder contra el más tarde asesino, por la agresión física previa donde la arrojó al suelo, acto de masculina cobardía en reiterada actitud contra cercanos y vecinos.

Con el agresor en el estacionamiento del Xiomara X, espacio que por su patología antisocial consideraba coto particular, al salir Guillermo de las escaleras  desde el apartamento de su  “Manita”, le reclama: “¿por qué empujaste a mi hermana?, con los  brazos en alto y las palmas hacia el frente, señal inequívoca de que solo estaba en uso de la palabra, dando muestras claras de su imposibilidad inmediata para defenderse.

La reacción súbita e inesperada, en acción de sorpresa: un certero disparo con arma automática al centro de la cabeza, mortal por necesidad, que le penetró un ojo y destrozó el cerebro; 2 balazos más antes de que cayera al suelo con muestras de pericia, práctica  y habilidad para el disparo cercano, contra el “enemigo”.

Ya  inerte en el piso, con pasmosa frialdad y morbosa saña, siete proyectiles más penetran su cuerpo, aumentando el sufrimiento, acciones calificables como asesinato agravado con ensañamiento innecesario e injustificable.

El resto, actos de insensibilidad: llamadas desde un celular, conversación con un tercero y el abandono del lugar con tranquilidad, sin responsabilidad por el acto de barbarie, sin remordimientos y sin asumir que había herido a la sociedad toda. 
 
Hágase Señor tu voluntad…Difícil resulta entender propósitos indescifrables para terminar su existencia terrena, como víctima de la violencia sin razón que arropa nuestra sociedad.

Planes Divinos inentendibles que deben haber llevado su alma aventurera, de disfrute de la vida sana, fuente inagotable de amores y bondades, a lugares donde hace falta la luz de la sonrisa franca, de la carcajada espontánea, fuerte,  y robándome expresiones de sus más allegados parientes y relacionados: “de amplia sonrisa boca abierta que desnudaba sus dientes.

Y aquél hombre corpulento, de postura firme, comunicaba con sus ojos, con su trato, una dulzura y un cariño auténtico con todos”. “Descansa en paz, Guillermo, amigo mío. Y que tu muerte  sea el impulso que necesitamos para despertar, para encontrarnos con nuestras raíces y ser de nuevo ese pueblo que crea, que disfruta, que ama y que permanece”. Se puede. Basta lograr que la sana mayoría, amantes del respeto ajeno y la paz, nos unamos en el propósito Guillermo. l

Posted in Sin categoría

Más de

Más leídas de

Las Más leídas