Asilos de ancianos, opción para los pobres y pudientes

Terminar en uno de los 29 asilos públicos de estancia permanente que tiene el Gobierno dominicano es, para muchas familias dominicanas, la opción económicamente posible. Para otros es la única elección.

Terminar en uno de los 29 asilos públicos de estancia permanente que tiene el Gobierno dominicano es, para muchas familias dominicanas, la opción económicamente posible. Para otros es la única elección. En el Hogar de Ancianos San Francisco de Asís viven 255 ancianos. “La mayoría no tiene familia y los que la tienen sí reciben visitas. Otras son tan pobres que no pueden venir a ver a su pariente porque a veces no tienen para el pasaje. Yo por eso no los culpo”, cuenta la directora de este asilo, Sor María Emérita Báez.
Escuchar el destino final de estas personas en este centro es conmovedor. La religiosa narra que allí reciben ancianos que han sido abandonados en los hospitales, que son hallados en las calles y traídos por la Policía “y algunos también los hemos encontrado en la mañana en nuestra puerta”, del centro ubicado en avenida Prolongación Independencia del Distrito Nacional.

Cada anciano interno en un hogar público cuesta al Estado RD$14 mil mensual. En total son 1,107 las personas que duermen en estos 29 centros, lo que implica una inversión anual del Gobierno de RD$185 millones 976 mil, según cifras del Consejo Nacional de la Persona Envejeciente (Conape).

Esos son números insignificantes si se comparan con los gastos en un centro privado que ofrece comida, cuidado y estadía para sus pacientes, excluyendo de sus gastos los medicamentos y desechables como pañales. La limitada cantidad de hogares privados que contabiliza Conape, 16 en total, deja en evidencia la falta de infraestructuras con las que cuenta el país para el cuidado de los envejecientes. Y el costo de estos hogares, que oscila entre los RD$12 mil a RD$55 mil mensuales, según constató elCaribe, también es una prueba de que no es una tarifa al alcance de cualquiera. A ese panorama se le suma que en el país existen 46 médicos geriatras y en tan solo tres hospitales hay unidades especializadas, según la Red Dominicana de Organizaciones por una Vejez Digna.

Los gastos

La madre de Doris de Toledo sufre de Alzheimer y vive en el hogar de ancianos Remanso de Paz y paga RD$18,000 mensual. “Y como he tratado con mami de darle opciones más naturales gasto más en suplementos nutricionales, unos RD$6,000. En pañales gasto de RD$2,500 a 3,000”. Así resume De Toledo los RD$26,500 que mensualmente dispone para su madre.

“Es un precio muy asequible (el de ese hogar) porque en otros sitios pedían RD$20,000, RD$25,000, RD$30,000, o RD$35,000”, dice Toledo. En su afán de encontrar un lugar adecuado para su madre visitó varios, De Toledo llegó a la conclusión de que es una travesía similar a cuando una mujer busca un lugar para dejar a su hijo. “Aquí hay muchísimos sitios donde los viejos están todos drogados, amarrados. Visité como siete asilos y a éste (Remanso de Paz) vine por recomendación”.

Pero los gastos de De Toledo siguen siendo pequeños si se comparan con los de Altagracia José, quien tiene a su madre en el centro geriátrico de referencia en la capital Dr. Güílamo. Ella gasta entre RD$80,000 y RD$85,000 mensuales. Esos números se distribuyen en la habitación privada, que vale RD$50,000, y los medicamentos que cuestan entre RD$30,000 a RD$35,000 si no ocurre ninguna emergencia. Su señora sufrió un accidente cerebrovascular -ACV- que le afectó el habla y el sistema motor.

En el país existen 60 centros geriátricos públicos, de los cuales 29 son de estadía completa, con 1,107 pacientes, y 31 son diurnos, donde acuden 1,274 envejecientes. En total 2,381 personas reciben atención en estos hogares, para una inversión anual de RD$247 millones 128 mil.

¿Qué tan recomendable es un asilo?

En la mente dominicana se concibe como un abandono y una falta de cariño dejar a su padre o su madre en un asilo de ancianos. Pero ni testimonios familiares ni la opinión de un especialista avalan esta afligida idea.

Cinco centros geriátricos de la capital, tres privados y dos públicos, y varios entrevistados con más de una década de experiencia en la geriatría sugieren que en los centros auspiciados por el Gobierno la cantidad de ancianos olvidados es más alta. Pero en los privados el mal no es muy común, con visitas frecuentes semanales y quincenales.

Dagoberto Güílamo, administrador del centro geriátrico que lleva su apellido y cuya tarifa oscila entre los RD$45,000 y RD$55,000 mensual, explica que allí se reciben los pacientes con niveles de dependencia tal que no pueden asistirse. La mayoría sufre Alzheimer.

“Los familiares vienen a nosotros buscando elevar la calidad de vida tanto, de los residentes como de ellos mismos… Por lo general allá siempre tienen visita con una periodicidad de dos semanas máximo, a menos que se trate de personas que viven en el exterior”, señala. En los 10 años que tiene este centro laborando, solo un paciente ha sido desamparado.

El geriatra Cristian Restituyo trabaja en el hogar “Estancia de Día Para Anciano de Capotillo”. Este especialista no ve “descabellado” dejar a un familiar en un hogar de ancianos, pues estos espacios cuentan con un personal entrenado para ofrecer los cuidados necesarios que son difíciles de tener en casa. Este planteamiento tiene mucha lógica si se estudian casos extremos. No nos referimos al señor hábil para caminar, ir al baño y tomar sus medicamentos. Ni los casos donde entre hermanos pueden cuidar al viejo.

Altagracia José ha asumido el cuidado de su madre sola. La envejeciente, postrada en una silla de rueda y que solo mueve los ojos, recibe el cariño de su hija como si fuera una niña. “¿Te gusta la revista? Eh mamita, mira que linda”, le dice Altagracia mientras le pasa la mano a su madre por los cabellos y le coloca una publicación frente su rostro. “Ahora se necesita mucho cuidado y un equipo de personas que no se puede mantener en una casa, sobre todo por la dolencia de mi madre”. Aún con RD$50 mil que gasta por habitación en ese centro, dice que relativamente no es tan costoso. “Si la vas a tener en tu casa bien cuidada no te sale más económico, porque tendrías que contar con un equipo de seis personas…Realmente creo que los centros son una necesidad”, concluye. Ella cumple con visitar diariamente a su madre.

Para el geriatra Restituyo el origen de la depresión a esa edad es generada porque, aún en la casa, el anciano siente la soledad y la pérdida de ser desplazado, pues pasan muchas horas sin compañía y no tiene con quien hablar.

“De ser el papá o la mama que llevaba todo el comando de repente le dicen ‘papá para un rincón’. Lo ponen en un cuarto a parte y no puede opinar mucho ‘si ombe papá. Cállate la boca, no hables mucho’, le responden”. Es por ello que, en la medida en que se sientan acompañados, el geriatra dice que estos lugares les hace bien a los pacientes.

“Aquí mi madre está mejor”

Doris de Toledo tiene a su madre en un hogar con Alzheimer y otras complicaciones. Su pensar lo resume en una frase: “Aquí mi madre está mejor atendida y me deja trabajar para producirlo (los RD$18,000 mensual)”. Ella narra con detalles como fue el proceso de llevar a su madre al centro Remanso de Paz. De Toledo tiene una familia con dos niñas pequeñas y es propietaria de una clínica de veterinaria. Explica que inicialmente pagaba un personal en casa para atender a su pariente. “Pero al fin y al cabo yo no descansaba. Era yo quien la bañaba, quien le cambiaba el pañal… El personal se iba a costar para su cuarto y mami se levantaba a las 3:00 de la mañana y en lo que ella se ponía a hacer cuentos hasta las 4:00 yo estaba despierta hasta que lograba acostarla. Y a las 6:00 de la mañana tenía que levantarme a trabajar. Me di cuenta de que me iba a matar… Humanamente era imposible”. Finalmente tomó la decisión luego de un incidente familiar que la puso a elegir entre su madre y sus hijas -cuando lo cuenta le brillan los ojos-. Y después lidió con las presiones familiares. “Nadie estaba recogiendo pañales ni ayudando, pero cuando entró aquí me mataron”. Lo ha estado soportando consciente de que quienes la critican eran parientes que cumplían un día.

Existen 31 estancias de días en zonas vulnerables

En la Estancia de Día para Anciano de Capotillo acuden 45 personas diariamente y reciben allí comida, medicamentos, cuidados y entretenimiento. Son hogares de paso que el Gobierno ha edificado en zonas estratégicas, donde la pobreza es un mal común. El geriatra Cristian Restituyo, quien trabaja allí, explica con pena cómo viven estas personas que ve todos los días. “Aquí hay una señora que duerme en su casa en una silla. Algunos no comen hasta que no llegan aquí o viven solos. La mayoría tienen una carencia tremenda”.

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