Ahora resulta que Bachar Al Assad sí tiene las armas químicas que se usaron para matar a cientos de sus compatriotas en una guerra civil que lleva ya más de dos años, con un horrendo saldo de cien mil muertos y más de un millón de refugiados. Cuando los rusos propusieron que el régimen que gobierna a Siria con puño de hierro desde 1980 (el tirano sirio heredó el poder de su padre que lo alcanzó por medio de un golpe cruento), entregara su arsenal químico para evitar un ataque de Estados Unidos, Al Assad lo aceptó. Con ello despejó toda duda sobre el caso. Sólo los fanáticos e ignorantes de la realidad internacional pueden aferrarse a la idea de que los rebeldes lo hicieran para achacarle la responsabilidad al gobierno, que es el único que las posee. Al Assad no enfrenta a una potencia extranjera. Su negativa a desprenderse de un poder que ejerce tiránicamente es lo que ha sumido a Siria en un océano de sangre.
Una joven de 15 años, Gabriela Álvarez, que ha venido abordando en Acento el tema del bullyng, o maltrato en las escuelas, hizo una genial comparación diciendo que Al Assad, que tortura, asesina y silencia a su pueblo, es el peor de los “bully”, y el símil es irrebatible. A falta de argumentos, algunos fanáticos, instruidos para la ofensa, han tratado de descalificarla en los términos más despreciables, sin respetar su edad, su inteligencia, bondad y entusiasmo, mostrando de este modo su falta de educación y su incapacidad para intervenir en debates serios sobre temas esenciales.
Gabriela no escribe porque alguien con influencia la introdujo en Acento. Escribe porque puede hacerlo bien y porque a despecho de su corta edad supera en conocimiento a aquellos que se valieron del espacio de un diario serio para verter todo el veneno de su intolerancia en una joven que posee, por lectura y educación hogareña, todo lo que a ellos les falta. Por eso, no podrán silenciarla.
