Vestido impecablemente con camisa y corbata, Louis Pyprhon Elmetus, quien lleva 17 años residiendo en el país, es de los pocos afortunados de tener en sus manos el ansiado carnet del Plan de Regularización de Extranjeros, puesto en marcha por el Gobierno hace poco más de un año.
Sentado en la rotonda del kilómetro 9 de la Autopista Duarte, afirma que aunque puede desplazarse libremente sin temor a ser repatriado, muchos de sus compatriotas que lograron inscribirse en el proceso, han optado por regresar voluntariamente a su tierra, porque ya no tienen dinero para completar la documentación exigida por las autoridades.
Afirma que el oportunismo de intermediarios del proceso migratorio, como abogados y presidentes de juntas de vecinos, de quienes dependen para demostrar su arraigo en el país, han encarecido los precios de sus “servicios”.
Mientras tanto, en avenidas céntricas del Gran Santo Domingo, que antes de que concluyese el plazo de inscripción, el pasado 17 de junio, se habían convertido en mercados ambulantes regenteados principalmente por haitianos, ayer era prácticamente nulo.
En el “Pequeño Haití”, donde reside una importante colonia haitiana, el movimiento de extranjeros también se vio reducido, mientras una unidad policial patrullaba por sus calles. Una situación similar se observó en la avenida Duarte.
“Parece que están escondidos”
“Parece que están escondidos. Antes ellos venían aquí (parque Enriquillo) a recrearse, pero ya se ven pocos. Yo digo, que quizás se están yendo para los campos por miedo a que los deporten”, afirmó el taxista Sandro Suárez.
En tanto, Carlos Pérez, maestro constructor, afirma que conseguir un obrero haitiano es una tarea casi imposible. “Los que no lograron inscribirse se han ido y otros están en su casa con temor de que los deporten”. Ante esa situación, dice que el ingeniero para el que trabaja le requirió diez trabajadores dominicanos, y todavía no ha conseguido uno.
En el Mercado Nuevo y elevado de la Ovando
Donde los extranjeros se movilizaban como de costumbre era en el Mercado Nuevo de la avenida Duarte, donde ayer realizaban un mercado de pulgas y como siempre, desparramaban frutas y vegetales en plena calle, para su venta, igual que en la parte baja del elevado de la avenida Nicolás de Ovando, en la frontera de Cristo Rey y Villas Agrícolas, el cual se ha convertido en los últimos años en un mercado improvisado. Coqueros, plataneros y aguacateros circulaban normalmente.