Hay un fuerte sesgo de agresividad caracterizando la interacción dominicana. En cualquier espacio público o privado nos comportamos como convencidos de que a más alta la voz, más “bocas sucias” o irreverentes, más nos “haremos respetar”.

Ocurren situaciones en las que reclamar nuestros derechos exige posturas firmes; somos ciudadanos abusados, ya por el Estado, ya por personas o actividades particulares.

Como la trampa, el engaño y la deshonestidad campean, andarse en extremo prudente puede significar hacerse víctimas de aquellos “vivos”. Cuidando ser cautelosos, lo cortés no quita lo valiente. Las buenas maneras son nuestras aliadas para mejorar el ambiente nacional. Entre muchos que “se suben”, hace la diferencia quien “se baja”.

Posted in Sin categoría

Más de

Más leídas de

Las Más leídas