Balacera dentro de la UASD trascendió protestas comunes

Los violentos incidentes en la UASD convirtieron a la Primada de América en un caos donde el orden y el buen juicio estuvieron ausentes por varias horas.

Los violentos incidentes en la UASD convirtieron a la Primada de América en un caos donde el orden y el buen juicio estuvieron ausentes por varias horas.Cuando el Consejo Universitario convocó a una rueda de prensa para divulgar las medidas adoptadas por los disturbios escenificados en la Vicerrectoría Administrativa, eran las 6:35. El rector de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), Mateo Aquino Febrillet, sabía que el ambiente era tenso. Los demás miembros del gobierno universitario también lo sabían.

Aun así, se aventuraron a ejercer el derecho de aprobar disposiciones administrativas y académicas que entendían beneficiosas para la universidad.

Pero los estudiantes comenzaron a movilizarse. Sonaron disparos y se lanzaron piedras. El rector no detuvo su intervención. Se ofrecieron los nombres de ocho estudiantes expulsados y de otros tres sancionados. Los últimos son de San Francisco de Macorís. Se alega que llegaron a la capital desde la provincia Duarte a reforzar las protestas en la sede de la UASD. Hay quienes aseguran que son miembros del Frente Amplio de Lucha Popular (Falpo).

Luego la situación se tornó incontrolable. Los disparos no cesaban. Iban y venían en todas direcciones. La gente corría despavorida para salvar sus vidas.

Cuando por breves minutos el fuego cruzado dio treguas, algunas personas intentaron salir. La alegría duró poco. De nuevo comenzaron los disparos, obligándolos a retornar al edificio objeto de ataques. Esa situación se extendió hasta pasadas las 8:00 de la noche.

El temor generalizado invadió el campus; el fuero universitario se vio amenazado incluso de muerte; gritos desesperados se confundían con las llamas de vehículos ardiendo.

La anarquía asumió el control de ese día. Un día que las autoridades uasdianas no podrán borrar fácilmente.

El porqué del conflicto

Las causas del desbarajuste planificado no sintonizan con la magnitud de lo ocurrido. Todo comenzó con la expulsión de los ocho estudiantes que participaron en una vigilia en la Vicerrectoría Académica, en protesta por el incremento de los créditos educativos, de reinscripción y otros servicios académicos.

Fue por esto que empleados de seguridad y estudiantes se enfrentaron a tiros y pedradas. De ambos lados hubo balazos. El Alma Máter fue testigo del pleito feroz entre sus propios hijos.

La Policía se olvidó de viejas y radicales prohibiciones y decidió entrar al campus para apaciguar ánimos.

Pero llegó como en las películas, cuando ya todo estaba consumado: cuatro heridos (uno a puñaladas), 20 vehículos quemados y con daños considerables, la rectoría parcialmente destrozada y un letrero aterrador, “muerte al rector. Y no habrá pazzz”.

Pudieron salir cuando la Policía entró al recinto

Fue un tarde difícil. Los que estaban en el edificio de la rectoría (miembros del Consejo Universitario, rector, profesores, empleados y periodistas, camarógrafos y fotógrafos) lograron salir solo cuando llegó la Policía.

No pudieron antes, porque la balacera se adueñó del recinto y cundió el pánico en zonas vecinas. La sorpresa fue mayor al ver que sus vehículos fueron quemados o tenían los vidrios rotos y pintados con letreros amenazantes.

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