La batalla libertadora del 30 de Marzo y su gemela del 19 de Marzo

Con esta entrega termino de  señalar los aspectos más importantes de estas importantes batallas donde las tropas dominicanas salieron triunfantes no obstante luchar contra un ejército de once mil soldados que peleaban por Haití, mejores entrenados&#8

Con esta entrega termino de  señalar los aspectos más importantes de estas importantes batallas donde las tropas dominicanas salieron triunfantes no obstante luchar contra un ejército de once mil soldados que peleaban por Haití, mejores entrenados contra un ejército compuesto por 500 hombres, muchos de los cuales carecían de entrenamiento pero los animaba el amor que tenían por preservar la Independencia proclamada hacía unas semanas.

Cierto es que tanto la Batalla del 19 de Marzo, en Azua, como la de Santiago, el día 30 del mismo mes, reafirmaron la vitalidad de la República “con la potencia invencible de sus armas”, avalando la consigna de Juan Pablo Duarte de que sí podíamos ser una nación libre e independiente de toda nación extranjera.

Los héroes del 30 de marzo,
a los haitianos vencieron,
en una batalla sin igual
que le dio a los dominicanos:
libertad y seguridad.

Veneremos, pues esos ilustres patriotas en tan significativa efemérides para que las presentes y futuras generaciones se sientan orgullosos de su sacrificio.
Tomando en consideración que esta  Batalla junto a su gemela del 19 de marzo celebrada en Azua, constituyen los dos pilares más importantes de nuestra liberación de Haití. Creo conveniente traer aquí algunas pinceladas sobre esta Batalla del 19 de Marzo.

La batalla del 19 de Marzo se coloca delante por su importancia, porque le ofreció al ejército dominicano la oportunidad de comprobar que, a pesar de su inferioridad numérica y táctica, frente a sus adversarios, podían vencerlos y salvar así la independencia dominicana.

La reacción de las autoridades haitianas se produjo inmediatamente a la proclamación de la Independencia dominicana, como lo expuso el propio presidente Charles Herard, cuya intención de abortar la decisión del pueblo dominicano de ser libre, lo expresó el 9 de marzo en su llamado a las armas a todos los ciudadanos para garantizar la integridad del territorio y de abrasar en su cuna la hidra de la discordia que ha osado levantar la cabeza en la parte del Este.

Sin pérdida de tiempo se puso en marcha hacia el Ozama, objetivo final de la incursión militar del gobierno de Herard, quien dividió el ejército, de aproximadamente 20 mil hombres en tres columnas una al mando del propio presidente que entró por el camino de Las Caobas; la segunda a las órdenes del General Souffront y la tercera, con unos 10 mil hombres, a cargo del general Pierrot, la cual marchaba hacia Santiago y Puerto Plata, y así poder dominar todo el Cibao.

A diferencia de este impresionante despliegue de fuerza las autoridades dominicanas apenas podían reunir, 6 o 10 mil hombres, inclusive sacrificando a quienes se dedicaban a las labores del campo, a pesar de que con ello se afectaría sensiblemente la producción agrícola en la recién creada República Dominicana.

Con un ejército inferior numéricamente y sin experiencia militar, enfrentaron los dominicanos a los invasores de 1844, cuya acción bélica se inició cerca de Neiba, en el paraje nombrado Cabeza de las Marías (13-3-1844). Este mismo día sale de Jacmel una columna de 700 hombres a las órdenes del general Sannón Selle, común esta que ya  había suministrado 2,000 soldados para engrosar las tropas de Herard.

Ante esta situación la Junta Central Gubernativa dispuso la salida hacia el Sur del general Pedro Santana con el mandato de detener el incontenible avance del ejército haitiano hacia la capital. Así es como se produce la Batalla de Azua, donde las tropas dominicanas vencieron a las del presidente Herard (19-3-1844).

Con esta victoria no solo se salvó la Independencia dominicana, sino que también llenó de júbilo a los soldados de la patria por su victorioso bautismo bélico.

Vale decir que en la Batalla del 19 de Marzo tuvo una destacada participación el general Antonio Duvergé, quien ha sido consagrado como “El Centinela de la Frontera”.

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