Biodegradable

Una de las preocupaciones más sentidas de ecologistas y personas preocupadas por la preservación de especies acuáticas, especialmente aquellas que están en vía de extinción, es el peligro de que plásticos y otros elementos que no son biodegradables

Biodegradable

No es cine futurista, es cine distópico en el estilo, que muestra un perfil presente hoy en la convivencia entre gobernados y gobernantes de una sociedad regenteada por corporaciones, envuelta en una trama muy a la usanza hollywoodense, pero sin…

Una de las preocupaciones más sentidas de ecologistas y personas preocupadas por la preservación de especies acuáticas, especialmente aquellas que están en vía de extinción, es el peligro de que plásticos y otros elementos que no son biodegradables lleguen al lecho de ríos y mares, por el daño irrecuperable a peces que los ingieren. De ahí la importancia de que manufactureros locales contemplen seriamente la elaboración de productos que puedan descomponerse en condiciones ambientales naturales. En ese sentido, vale saludar la iniciativa del Banco Popular que, identificado con esta problemática, ha hecho una positiva contribución, lanzando al mercado una nueva tarjeta de crédito biodegradable, la primera del Caribe y segunda de Latinoamérica, fabricada a partir de un derivado del maíz. 

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No es cine futurista, es cine distópico en el estilo, que muestra un perfil presente hoy en la convivencia entre gobernados y gobernantes de una sociedad regenteada por corporaciones, envuelta en una trama muy a la usanza hollywoodense, pero sin ser representativo y/o expresivo de la sociedad pos industrial. No es futurista, porque ese no es el futuro advertido por la ciencia: falta de agua dulce con crisis ya en el 2025, crisis de combustibles fósiles, caída de la sociedad industrial, terrorismo cibernético, espionaje de cada ser sobre la tierra, caída de costos en las telecomunicaciones, revolución en la conducta y relaciones personales, etc. Desde ese punto, el guión niega las expectativas de quienes esperábamos algo provocador en la forma y en el contenido, asegurando que “nada será como antes”; es tan convencional que no da lugar a una historia que no sea la de un Romeo y una Julieta, pero sin el genio de Shakespeare. Por tanto si hay una “historia”, ésta es anodina. Eso es obvio, y bastante reclamado por el público y críticos de cine.

El director no ha tenido recato en mostrar su preferencia por un modelo de narrativa cuyo patrón nos retrotrae al blockbuster, pero el timing no se ajusta a contar una historia, por tanto no hay suspense y/o emoción. Es un paseo exhaustivo por rincones de la infraestructura urbana modernista y paisajes característicos de una sociedad troglodita, trechos de una urbe divorciada de su gente. Y ahí sí que vemos un destello genial de decirnos lo que somos hoy, que quienes gobiernan andan con un rosario (Aguasanta) “a Dios rezando…”. Vemos su búsqueda por una lección moral, su  esperanza mostrando un final feliz, positivo. Le notamos intención de aleccionarnos con La Mancha Indeleble, de Juan Bosch, dicho en los diálogos en dos ocasiones. Y, quizás, es ahí donde quiere llevarnos el director en su retórica, da un grito de alerta valiéndose de clichés, del “Deus ex machina”, del flashback y de una seductora fotografía con una banda sonora encantadora. Fuera de eso no veo creíble una sociedad de corporaciones debido a la revolución de las comunicaciones con sociedades bien informadas que no permitirán regímenes totalitarios. En el 2031 serán realidad los ideales de Duarte y Bosch.

HHH Dirección: Juan Basanta Guión: Jorge Núñez, Juan Basanta y Marcel Fondeur Duración: 86 minutos

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