Boca Chica

“Ellos pierden más, no volveré ni recomendaré a nadie ir”, tronaba recientemente un turista colombiano, tras una desagradable experiencia en la playa de Boca Chica, junto a dos colegas chilenas. Les presentaron una cuenta exorbitante; no tuvieron tranquilidad, acosados por pregoneros y pedigüeños. Al escucharle no me quedó más que agachar la cabeza y consentirle su razón. Yo pasé el mismo mal rato hace un par de años, junto a un turista suizo. El desorden generalizado, el afán lucrativo de dueños de negocios inescrupulosos, deterioran lastimosamente la imagen de Boca Chica. Si las autoridades no actúan para revertir ese tren y la comunidad se reprograma, los turistas la abandonarán definitivamente ¿Luego qué? l