Boxeo, política y el PRD

El coliseo de boxeo Carlos -Teo- Cruz, inaugurado el 11 de agosto de 1996 por el entonces presidente de la República Joaquín Balaguer, ha sido escenario de importantes carteleras… ¡carteleras de boxeo, claro!

El coliseo de boxeo Carlos -Teo- Cruz, inaugurado el 11 de agosto de 1996 por el entonces presidente de la República Joaquín Balaguer, ha sido escenario de importantes carteleras… ¡carteleras de boxeo, claro!Durante los Juegos Panamericanos de 2003, en esa instalación se montaron todos los programas de boxeo con la satisfacción, que el país logró capturar una medalla de oro. Pero también en esa instalación se han celebrado actividades no de boxeo, primando espectáculos artísticos, evangélicos y eventos políticos.
 El motivo de escribir este artículo, que corresponde a mi columna CUADRILÁTERO de este jueves, es referente a lo siguiente:

La crisis que abate al Partido Revolucionario Dominicano (PRD) llegará, este mismo jueves, al coliseo de boxeo Carlos -Teo- Cruz.

Miguel Vargas Maldonado e Hipólito Mejía, quienes encabezan el liderazgo perredeísta, lidiarán -es lo que se presume- sus posiciones políticas en la arena señalada que lleva el nombre de nuestro primer campeón mundial de boxeo.

Hipólito Mejía y Miguel Vargas son líderes de la política nacional…y en el seno del PRD tienen alto liderazgo. Ambos, lo dejo bien claro, gozan de mi simpatía. Tanto Hipólito como Miguel me han dispensado su amistad y  respeto.

Que no se dé la pelea

Al momento de escribir este comentario (11 de la mañana del miércoles, víspera de la reunión del CEN del PRD), el Tribunal Superior Electoral (TSE)  estaba  reunido para decidir si autorizaba, o no, la sesión perredeísta.

Mientras, miembros de las facciones de Vargas y Mejía se aprestaban a “calzarse los guantes” para estar en la “pelea” que se montaría en el coliseo Carlos -Teo- Cruz.

 Si a este servidor, periodista especializado en boxeo, lo consultan respecto a la pautada reunión del Comité Ejecutivo Nacional (CEN) del PRD, no vacilaría en dar esta  categórica respuesta: ¡que no se dé esa pelea!

 Que ese combate político no se monte. Porque si los jueces  autorizan esa pelea, lamentaríamos que la sangre llegue al cuadrilátero.

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