Están hasta en la sopa. En las calles, entre los anónimos viandantes. En los bares, escanciando vino y caipiriña. En las más gruesas cuentas bancarias. En los hoteles y restaurantes en los que el portuñol es jerigonza obligada. En las grandes inversiones financiadas desde Río de Janeiro o Sao Paulo. Es más, no me asombraría si encuentro en las paredes de Santiago de Chile un graffiti que diga: “¡Cai moradia, carioca!”, en vez de “¡Go home, yanqui!”. (¿Se entiende por qué Danilo va a Brasilia, antes que a Washington?)
Brasil, nuevo imperio
Están hasta en la sopa. En las calles, entre los anónimos viandantes. En los bares, escanciando vino y caipiriña. En las más gruesas cuentas bancarias. En los hoteles y restaurantes en los que el portuñol es jerigonza obligada. En las grandes inver