RIO DE JANEIRO (AP) — Desde el día en que descubrió que estaba embarazada, Mariana Migon sabía que quería tener un parto natural. Así fue que unas semanas antes de la fecha prevista, abandonó a su obstetra, renunció a su plan de salud y rechazó ir a un hospital privado para ir a un hospital público gratis en el centro de Río, donde tuvo el parto vaginal.
“Si me hubiera quedado con mi plan de salud y mi médico, me hubieran hecho cesárea”, dijo Migon, sentada al lado de la incubadora donde estaba su bebé hembra, su primera hija, que nació prematura.
En Brasil más de la mitad de todos los partos son por cesárea debido a la impopularidad de los partos naturales, y si sólo se toma en cuenta a las mujeres con seguro médico privado, la cifra sube a 82%.
Pero esa tendencia parece estar revirtiéndose.
Muchas más mujeres están exigiendo el derecho a decidir cómo dar a luz, ya sea por cesárea o natural, en casa o en hospital, con una partera o con un médico. En los consultorios y en la calle, muchas mujeres están protestando en contra de los partos quirúrgicos.
Entretanto, el gobierno está invirtiendo miles de millones de dólares en una campaña a favor de los partos naturales, incluyendo la construcción de hospitales dedicados a atender a las madres.
“Tenemos que tener una discusión seria en este país sobre qué podemos hacer para cambiar esta cultura”, dijo Olimpio Moraes Filho, uno de los principales médicos de la Asociación Brasileña de Ginecología y Obstetría. “Las mujeres están empezando a rebelarse, y eso es lo que deben hacer”.
Uno de los momentos decisivos en la controversia surgió en julio, cuando una agencia reguladora de Río de Janeiro prohibió a los médicos realizar partos a domicilio, y prohibió también la presencia de asistentes de parto, conocidos aquí como doulas, en los cuartos de hospital, afirmando que “hay muchas posibles complicaciones en los partos que requieren atención médica inmediata”.
En respuesta, grupos de mujeres organizaron protestas en 13 ciudades. En Sao Paulo, se quitaron la camisa y esgrimieron carteles que decían “Nuestros hijos, nuestra decisión” mientras coreaban “Brasil, no sigas el ejemplo de Río”. Fingieron partos naturales con muñecos cubiertos con las palabras “Nacido libre”.
Luego que la normativa fue derogada por un tribunal el 30 de julio, unas 200 personas se aglomeraron en Río para celebrar, sujetando otros carteles y mostrando sus vientres con lemas a favor del derecho de decidir sobre cómo nacerán sus bebés. Hubo marchas similares otras 28 ciudades en que las mujeres también defendieron su derecho a negarse a ser sometidas a las episiotomías — el corte del área entre la vagina y el ano para evitar desgarres — y a tener a un acompañante durante el alumbramiento. En el 2005 se aprobó una ley que permite tener un acompañante, pero suele ser ignorada.
La Organización Mundial de la Salud advierte que se deben evitar las cirugías innecesarias, y dice que aunque no hay un porcentaje ideal de cesáreas, la tasa debería ubicarse entre el 10 y el 15%. En China, que también posee una tasa de cesáreas alta, el 46% de los bebés nacieron con ese procedimiento en el 2008, el año más reciente del que se tiene datos. En Estados Unidos, más de una tercera parte de los partos son por cesárea.
Debido a que un parto por cesárea implica cirugía abdominal mayor, la madre corre riesgos como infecciones, complicaciones por la anestesia, hemorragias y coágulos, además de una recuperación mucho más larga. El bebé, por su parte, corre el riesgo de nacer prematuro, sufrir problemas respiratorios y otros problemas derivados de la falta de estímulo acostumbrado que los bebés reciben al pasar por el canal vaginal.
Las razones por las que Brasil tiene una alta tasa de partos por cesárea son varias. Según expertos, la práctica intervencionista hacia los partos naturales los hacía más dolorosos y inquietantes que lo necesario. Por ello las cesáreas cobraron fama de ser más predecibles, higiénicas, indoloras y modernas.
La cifra de cesáreas en Brasil preocupa a Maria do Carmo Leal, investigadora en la Escuela de Salud Pública de la Fundación Oswaldo Cruz. Ella está analizando una encuesta a 24.000 madres recientes en todo el país, y dice que la cifra es reflejo de una cultura colectiva en que el nacimiento es visto como un problema médico y no como un proceso natural.
“Aquí, cuando una madre está a punto de dar a luz, incluso si es por vía natural, lo que hacen muchos hospitales es atarla a la cama al colocarle una sonda intravenosa de tal manera que no puede caminar, no puede bañarse, no puede abrazar a su esposo. El uso de medicamentos para acelerar las contracciones es muy común, y también las episiotomías”, dijo. “El resultado es mucho dolor y un parto terrible, por lo que la cesárea es el gran deseo de muchas mujeres”.
Las clínicas privadas suelen estar más que dispuestas a cumplir con ese deseo al convertir la experiencia de parto en algo similar a una estadía en un hotel de lujo.
En la clínica Perinatal de Río de Janeiro, las madres reciben peluquería, manicuras y maquillaje gratis y, pagando una tarifa, pueden hacer que sus habitaciones de hospital ostenten diseños de safaris o de peluches. Cuando la madre ya dio a luz y puede recibir visitas, puede recibir servicio de alimentos llevados a la habitación por mesoneros.
“Hay pacientes que se niegan totalmente a tener partos naturales, y son pacientes educados, pero que tienen esa posición debido al temor”, dijo Paulo Marinho, director médico de Perinatal. “Es una cuestión cultural que se ha ido desarrollando por generaciones”.
Desde el punto de vista de los médicos, se trata básicamente de la familiaridad y la economía, dijo Moraes Filho, de la Asociación Brasileña de Ginecología y Obstetría.
Las brasileñas quieren que el médico que las atiende en el embarazo sea quien las asista en el parto, y no quien esté disponible en ese momento. Además, la paga prevista para los médicos en los planes de salud es la misma por una cesárea de unos 30 o 40 minutos que por un parto natural que puede durar todo el día.
“Tenemos que cambiar esta cultura, y lograr que las mujeres se sientan bien teniendo a su hijo con el médico o la enfermera de turno”, planteó Moraes Filho.
En los hospitales públicos, los médicos reciben un pago de 150 reales (74 dólares) por una cesárea, y 175 reales (86 dólares) para un parto natural. Tres cuartas partes de los brasileños reciben atención médica en el servicio público que es gratuito. Los médicos privados reciben entre 200 reales (100 dólares) y 400 reales (200 dólares) por nacimiento, en función del plan de salud y del procedimiento.
“No es que los médicos sean mercenarios, pero lo que ganan por estar presente para un momento muy importante es poco más que lo que recibe un técnico de televisión de quien aparece en su lista”, puntualizó Moraes Filho. “Este vínculo médico-paciente en que la mujer quiere a su galeno presente, la baja remuneración de los médicos, su necesidad de hacer malabares con varios empleos; todo esto hace que sea imposible que un médico concilie su horario de trabajo con los impredecibles partos vaginales”.
Con la intención de revertir la tendencia, el gobierno brasileño invirtió 1.300 millones de dólares desde hace año y medio, además de otros 3.360 millones de dólares asignados a un programa llamado “La Red Cigüeña” que tiene el propósito de “humanizar” la experiencia del nacimiento y educar a las madres y a los médicos del sistema de salud sobre los beneficios del parto natural.
“Estamos haciendo un gran esfuerzo ahora, ofreciendo una buena atención prenatal, un lugar confiable para las mujeres, información que es pertinente, de modo que las mujeres puedan tomar sus decisiones”, explicó el secretario nacional de Salud, Nacional, Helvecio Magalhaes. “Estamos creando incentivos para el parto natural”.
El programa, de amplia perspectiva, crea los hospitales de maternidad concentrados únicamente en la atención del embarazo, el parto y el post-parto, se relaciona con planes privados de salud para examinar opciones de nacimiento, proponen revisiones curriculares en las escuelas de medicina, y pone en marcha campañas educativas para informar a las madres sobre los pros y contras de la cirugía en comparación con el parto natural, indicó Magalhaes.
En la ciudad de Río de Janeiro, un programa similar invita a todas las madres gestantes que forman parte del sistema de salud público para que visiten el hospital en el que darán a luz. La pregunta —¿cesárea o parto natural? — surgió entre un grupo de 10 embarazadas durante un reciente recorrido por un nuevo hospital público de maternidad.
“Nunca quise un parto natural, ¡de ninguna manera!”, afirmó Zelia Leite Alves, quien acompañaba a su hija embarazada en la visita. “Yo no nací para ese tipo de dolor”.
Hizo cuanto pudo para convencer a su hija, Claudia Larissa, de que siguiera sus pasos. Para su sorpresa, la joven de 20 años estaba decidida a tener un parto natural, siempre y cuando fuera seguro.
“Tengo que admitirlo, no estoy nada tranquila. Es mi primera vez y estoy ansiosa. Tengo mucho miedo de las contracciones. Pero esto ayuda”, dijo sobre la visita. “Puedo ver que esto fue hecho para nosotras, este espacio es para las madres. Sé que el personal estará aquí para atenderme”.