Braulio Alardo Gimbernard

Compartió su vida profesional entre Francia y República Dominicana. Nació en Santo Domingo en 1866 y fue enviado a estudiar a Francia con tan solo 16 años. Se inscribió en la Facultad de Medicina de la Universidad de París en donde se graduó…

Compartió su vida profesional entre Francia y República Dominicana. Nació en Santo Domingo en 1866 y fue enviado a estudiar a Francia con tan solo 16 años. Se inscribió en la Facultad de Medicina de la Universidad de París en donde se graduó con honores y su tesis recibió Mención de Honor.

Por razones de salud de sus padres vino varias veces al país a finales del siglo XIX y principios del XX. Pero decidió ejercer en Francia en la villa de Epone, cerca de París. Era un hombre de trato exquisito en lo profesional y en lo personal y ejerció como prefecto de Policía en aquella localidad. Era un médico con fino olfato y gran capacidad clínica. En uno de sus viajes al país, le realizó una uretrotomia al presidente Ulises Hereaux. A principios del siglo XX fue representante de la República Dominicana en múltiples congresos internacionales en temas como la tuberculosis o el control de plagas como las ratas.

También nos representó en un congreso internacional de higiene y demografía. Se sentaban en esos años las bases de la medicina moderna que hoy conocemos. En 1926, viudo, decide regresar a nuestro país y es nombrado subdirector del Hospital Nacional y más adelante director de ese hospital. El Hospital Nacional había sido el antiguo Hospital Militar y era en esos años el principal centro de salud de la ciudad de Santo Domingo.

Como amante de los estudios y de la ciencia pronto se convirtió en catedrático de la Universidad de Santo Domingo en las materias de Anatomía Tompográfica y Patología Médica. Tenía un gran empeño en que los estudiantes de medicina dominicanos conocieran y absorbieron los métodos de la medicina clínica francesa, sin duda la más importante de esos años. Fue un gran maestro y el mayor homenaje lo recibió con los logros de sus discípulos entre los que citamos a los doctores Félix Goico, Miguel Canela, Rafael Miranda, Lorenzo Pellerano o el doctor Manuel Robiou.

Fue de los primeros en mostrar la importancia del estudio de la Semiología Médica, esto es, los signos y síntomas de las enfermedades. Se le veía con frecuencia rodeado de estudiantes en los parques de la ciudad, que acudían espontáneamente a escuchar al maestro dar lecciones de medicina y explicar casos interesantes.

El Hospital Nacional bajo su dirección tuvo una época de gran esplendor en la ciudad. En una edición especial de la Revista Blanco y Negro del 1926 se refiere a este hospital de esta forma: “Mucho ha mejorado el servicio de este establecimiento desde que desligado de lo militar cambiando su denominación de Hospital Militar a Hospital Nacional. Actualmente dirige esta elevada institución de salud el doctor Rafael Alardo, un laureado de la Escuela Médica de París, y junto a él, el joven y talentoso doctor Miguel Pardo, encargado de la sección de cirugía. Con ambos facultativos funciona un personal eficiente, que se desvela por el éxito de la causa médica dominicana”. Además el Hospital Nacional era un Hospital Universitario, en donde acudían a realizar prácticas los estudiantes de la Universidad de Santo Domingo. A principio de la década del 1930, influido por la situación en que vivía el país, ya sometido a la dictadura de Trujillo, regresa a Francia en donde comparte mucho con el doctor Heriberto Pieter, en los años 1935 al 1936. Muere en París en 1937. El doctor Alardo marcó una importante influencia en nuestra medicina.

Siempre se caracterizó por su capacidad

Desde sus inicios, la trayectoria del doctor Braulio Alardo Gimbernard estuvo marcada por su gran profesionalismo y capacidad. Aunque vivió y estudió en Francia, antes de establecerse definitivametne en el país, en uno de sus viajes, le realizó una uretrotomía al presidente Ulises Hereaux, lo cual lo catapultó como uno de los médicos más reputados del país. Fue representante del país en múltiples congresos internacionales donde se abordaron temas como la tuberculosis y el control de plagas. En 1926, el doctor Alardo se estableció definitivamente en el país y ocupó las funciones de subdirector y posteriormente director del Hospital Nacional, que había sido un hospital militar y era el principal centro de salud de la ciudad de Santo Domingo. Fue un gran maestro y entre sus discípulos se destacaron Félix Goico, Miguel Canela, Rafael Miranda, Lorenzo Pellerano y Manuel Robiou. En la década del 1930, en medio de la situación que vivía el país, ya sometido a la dictadura de Rafael Leonidas Trujillo, regresó a Francia, donde murió en 1937.

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