El breve espacio de la infancia

La infancia es, sin dudas, el mejor tiempo del mundo. Es la etapa más hermosa de nuestras vidas. Quizás es el sorbito de miel que nos toca antes de comenzar a saborear lo amargo del camino de la existencia.Pero es también, la niñez,…

La infancia es, sin dudas, el mejor tiempo del mundo. Es la etapa más hermosa de nuestras vidas. Quizás es el sorbito de miel que nos toca antes de comenzar a saborear lo amargo del camino de la existencia.

Pero es también, la niñez, el espacio en que vamos aprendiendo y es el escenario en el que vamos moldeando nuestra personalidad y carácter.
Es la escuela primera de nuestro vivir.

A esa edad no dejamos de observarlo todo a nuestro alrededor. Queremos aprender, crecer.

Esta es la razón por la cual los padres y adultos que están en nuestro entorno, deben medir sus acciones, actuaciones y palabras, pues cada niño es una esponja que va absorbiendo cada cosa que ve y lo asume como correcto, pues lo dijo o hizo un adulto, que en ese momento está actuando como educador.

Es esta primera etapa de la vida, el tiempo para formar al hombre y la mujer del mañana.

Es un momento adecuado para aprender y valorar las cosas que realmente tienen valor.

Una excelente enseñanza, que además, servirá para toda la vida y que sin dudas será para bien, es fomentar en los niños, la cultura del ahorro.

Pero no sólo enseñarles a guardar monedas en una alcancía y llevarlo, más tarde a depositar en una cuenta en el banco.

Es necesario enseñarles la importancia de economizarlo todo, claro, sin llevarlos a la mezquindad.

Apagar la luz cuando salen de la habitación, del baño o de la cocina. No dejar el televisor, el aire acondicionado, los dispositivos electrónicos encendidos si no los están utilizando, es una enseñanza que más tarde apreciarán.

Cerrar las llaves de agua, compartir lo que tienen con otros amiguitos, tomar sólo aquello que se vayan a comer y no tomar cosas que luego tirarán a la basura.

En realidad es una larga tarea la de educar a los chiquitos y
es muy breve ese tiempo de la
infancia.

Es tan corto que para los adultos, muchas veces, no alcanza ni para un par de lecciones. l

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