Burocracia y Administración Pública

El reciente cambio de gobierno, aunque al interior de un mismo partido, puso de manifiesto las dificultades que aún existen en el país…

El reciente cambio de gobierno, aunque al interior de un mismo partido, puso de manifiesto las dificultades que aún existen en el país para el reconocimiento del Estatuto de la Función Pública, establecido en la Constitución y las leyes luego de amplios procesos de reformas.

Es preocupante que aún se persista en la práctica de despidos de servidores públicos, sin tener en cuenta si éstos son o no de carrera. Con este tipo de acción, se pone en juego la posibilidad de que el Estado brinde servicios de calidad a la ciudadanía a partir de una gestión pública eficiente.

Como han señalado diversos autores, la Administración Pública es la estructura fundamental del Estado moderno. Esto es, lo que desde el punto de vista weberiano se define como un Estado burocrático o administrativo.

Por lo tanto, es necesaria la constitución de un Estado donde exista una administración estable y profesionalizada, en la que los servidores públicos sean seleccionados en base al mérito y no en base a su relación con los políticos de turno.

El buen funcionamiento de la sociedad en general, sólo es posible en la medida en que existe una Administración Pública basada en procedimientos y reglas de juego claramente definidas.

A pesar de que hemos avanzado en una moderna legislación, en los hechos, no ha habido un compromiso real por parte de los actores políticos de impulsar procesos de modernización y profesionalización del Estado. Esta es una tarea que sigue pendiente a pesar de los enormes esfuerzos llevados a cabo por el Ministerio de Administración Pública y su incumbente.

En la administración del Estado ha primado la práctica clientelar y patrimonialista.

Tal y como señala Echabarría, “la burocracia ha sido percibida como un sistema de empleo y de recurso en manos del poder político y de los intereses corporativos, muy alejado de los rasgos institucionales del modelo weberiano” (2006). En la sociedad dominicana, al principio del mérito se le ha dado muy poca importancia. No existe la conciencia de los beneficios de contar con una burocracia profesionalizada y permanente.

Para poder avanzar en la reforma de la Administración Pública, se requiere atacar la visión clientelar de la política, pero también convencer de las bondades de una estructura burocrática en el Estado. Sin embargo, es necesario hacer esto desde una postura crítica que reconozca los cuestionamientos al Estado burocrático tradicional, pero que al mismo tiempo, que lleve a superar la visión de que las instituciones públicas son una parcela de poder que se pueden manejar con absoluta discrecionalidad, al margen de la Constitución y las leyes. l

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