No al camino de Miguel; construir una nueva vía

No tengo dudas de que mi insistencia en torno a la necesidad de acudir a las bases para encontrarle solución definitoria y democrática a la crisis del Partido Revolucionario Dominicano pueda resultar un fastidio a algunos dirigentes de alto rango…

No tengo dudas de que mi insistencia en torno a la necesidad de acudir a las bases para encontrarle solución definitoria y democrática a la crisis del Partido Revolucionario Dominicano pueda resultar un fastidio a algunos dirigentes de alto rango de ese partido. 

Miguel Vargas Maldonado ha reiterado hasta el empalago que no acepta propuesta alguna si no conlleva de manera inapelable su reconocimiento como presidente del partido y como candidato a la presidencia de la República en las elecciones de 2016. En un amplio informe publicado en la prensa nacional dejó dicho que esas premisas le fueron reconocidas por Hipólito Mejía. Y agregó, además, que a cambio, había concedido, generosa y piadosamente, una serie de posiciones secundarias, terciarias y cuaternarias. Desmentidas o verdaderas lo importante en esa publicación es que ella resume y puntualiza la posición de Miguel Vargas Maldonado ante cualquier acercamiento conciliatorio.  Es a todas luces obvio que Miguel Vargas Maldonado se está inventando un partido al son de una “institucionalidad” macarrónicamente concebida como cualidad personalísima de su mercúrico ego.

El Partido Revolucionario Dominicano debería ser una institución política fundamentada en posiciones de principios progresistas, vinculada al socialismo democrático, coherente con el histórico 40% que le ha otorgado el electorado nacional. Pretender monopolizar virtudes que residen sustancialmente en las bases como un todo, como atributo singular de las aspiraciones del pueblo dominicano es una locura, la locura de Miguel Vargas Maldonado.

Quiero repetir que en dos entregas anteriores he expuesto la posibilidad de movilizar las bases para la celebración de un plebiscito, previsto en los artículos 39 y 40 de los Estatutos Generales. De nada han valido las propuestas de salidas honrosas. Todo lo contrario, siguen produciendo estupor y vergüenza las reiteradas y nuevas diligencias para negociar, para convocar la Comisión Política, el Comité Ejecutivo, la Convención, todo para ser salcochado y pactado en el caldo de ambiciones que inevitablemente chocarán de frente con las inamovibles pretensiones de Miguel Vargas Maldonado.

Miguel no sólo responde a Miguel sino al vigente esquema de gobierno elaborado a partir de un exacerbado clientelismo. Miguel forma parte del engranaje que articula ese esquema y en él están inscritos su PRD y sus proyectos políticos.  Los que  negocien con Miguel deberían saber hacia dónde van. El rumbo les puede resultar, si así lo desean, tan beneficioso como a la mayoría de la cúpula peledeísta y a algunos “perredeístas”. Si por el contrario se quiere seguir los pasos del Partido Revolucionario Dominicano de 1939 y de José Francisco Peña Gómez, será preciso, como única salida democrática, que todos, digo bien todos, los que son contrarios a ese esquema, es decir, los que hoy día constituyen la casi totalidad de la dirigencia y de las bases de aquel partido, decidan la creación de un Partido Revolucionario, peñagomista o auténtico.

Tarea para las legítimas ambiciones y para los jóvenes capaces de hacer realidad sus sueños de equidad social y progreso de la Nación dominicana; tarea, pues, para refundar una organización política necesitada de encarnar sus esencias en una nueva dimensión.

Estoy plenamente convencido de que una vez que Miguel Vargas Maldonado se quede sin crisis perredeísta, encarado a sí mismo, frente a frente al Gobierno, con un Partido Revolucionario Dominicano – compañía por acciones de su propiedad-, sin discurso ni credibilidad como opositor, se esclarecerá como luz del día su identificación con ese esquema de gobierno peledeísta, cuyos mayores impulsores lo son Leonel Fernández Reyna y Danilo Medina Sánchez.
Entonces, sólo entonces, descubierto el juego y puestas las cartas sobre la mesa, podrá haber verdadera oposición y porvenir prometedor en 2016.

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