Las tradicionales traen: uvitas, manzanitas, peras, avellanas, nueces, “gomitas”, galletas danesas, chocolatitos con cereza y otros dulces importados que dan “seguidilla”. Vino moscatel, anís, ponche y ron. Las más sofisticadas: costosos vinos, “güisqui”, champaña y más bebidas exóticas. No se descarte el caviar, salmón ahumado, conservas, dulces y picaderas “gourmet”. En las gubernamentales para “los pobres” no faltan pollo, arroz y  guandules. Son las amadas canastas navideñas, con sus modalidades de cajas de cartón o baúles reutilizables. Su “nivel” depende del “nivel” -político, social, económico- del destinatario. Deseadas a morir, y por  ellas, al diablo con “austeridad” en el Estado. Acusan una sola perversidad: llegarles a otros y nunca a mí.

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