Robinson Canó aceptó 240 millones de dólares de los Marineros de Seattle para ser el líder de ese equipo en el terreno de juego.
Dentro de sus atribuciones no está el hacer recomendaciones ni dar consejos especiales a la gerencia que le dio el contrato más alto en la historia de la franquicia.
Con las conquistas, ya sea de cargos electivos o gubernamentales o en el caso del dominicano de un pacto récord, llegan responsabilidades y hay que cumplirlas. No es lo mismo ser doctor que paciente.
Para nadie es un secreto que Seattle adolece de pobre bateo y otros males, razón por la que no es un real contendor. Cuando Canó firmó eso era tan real como la aplastante victoria del cineasta Alfonso Cuarón y su joya Gravity en los Oscar del pasado domingo.
A Robinson no le conviene emitir declaraciones en las que da la apariencia de estar gritando temprano. Quiérase o no, la percepción pesa bastante, muchas veces hasta más que la realidad.
Públicamente pidió la firma de Nelson Cruz y no se le complació. Ahora mencionó más nombres.
No me parece que esas sean sus atribuciones. Le esperan 162 partidos de serie regular en los que debe dejarlo todo en el terreno.
Si alguien de su círculo de confianza no se ha dado cuenta, Canó dejó de ser una estrella en los Yankees para convertirse en la principal figura del equipo de la llamada ciudad esmeralda.
Cualquier opinión suya es tomada en cuenta y tiene repercusiones. No hay que ser un genio para saber que debe evitar consecuencias negativas de cualquier accionar suyo.
Las palabras se usan con el cuidado de la sal.
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“No necesito motivarme con nadie. Ni compararme con nadie”, dijo Albert Pujols cuando le preguntaron si podría utilizar a Mike Trout como fuente de motivación…Tremenda respuesta… ¿Cuándo ganará Leonardo Dicaprio su primer Oscar? El economista Enmanuel Rodríguez Matías y el ingeniero Aneury Pimentel son dos técnicos del fútbol…Se aprende con los caros amigos…Los Knicks no cambiaron a Carmelo Anthony…Ahora el temor es perderlo sin retorno alguno.
