El pasado jueves quedó inaugurada en el Museo de las Casas Reales la interesante muestra de Carlos Baret, donde la sombrilla aparece como un elemento constante en su obra, con una variación de significados y significantes, puesto que para el artista lo mismo podría verse como objeto físico que nos permite cubrirnos de los rayos ultravioleta y a pesar de que existe la acepción “paraguas” para protegernos de la lluvia, en nuestras deformaciones del idioma español, podríamos decir que el término sombrilla cumple esa función.
Sin embargo, desde un punto de vista subjetivo podríamos decir que la sombrilla pasa a ser símbolo de una denuncia social palpable que procura mejoras en el sistema de educación nacional, preocupación fundamental del autor, de ahí el título de la muestra: EDUCOMANÍA.
Con esta propuesta asumimos que el artista inicia una revolución en el contexto artístico dominicano, pues hacía mucho tiempo que las circunstancias que se presentan en el ambiente, no encontraban dolientes en el arte, medio por excelencia para expresar las realidades de los pueblos.
En cada una de las piezas, se percibe su pasión por el trabajo, siendo el color la constante por medio de la cual gira su producción visual, seguida del equilibrio, las transparencias y texturas que comedidamente aparecen ubicadas en el cuadro. Podemos afirmar que técnicamente estamos ante un creador sólido que presenta un cuerpo compositivo que goza de un valor estético incuestionable y que estamos seguros de que se irá consolidando con la práctica artística.
Nuestra esperanza descansa en que en este artista tenemos un investigador inmutable del contexto citadino. En la práctica se encuentra la experiencia que combinada con las vivencias del día a día, es claro que se puede llegar a la perfección de un arte que con el tiempo puede lograr darle un nuevo matiz a nuestro entorno y apostamos que eso será posible mediante el universo cromático de Carlos Baret.
