Carolina del Norte es un imán para latinoamericanos

RALEIGH, Carolina del Norte, EE.UU— El acento de los hispanos en Carolina del Norte ya no es exclusivamente mexicano como hace diez años.

Carolina del Norte es un imán para latinoamericanos

RALEIGH, Carolina del Norte, EE.UU— El acento de los hispanos en Carolina del Norte ya no es exclusivamente mexicano como hace diez años.

RALEIGH, Carolina del Norte, EE.UU— El acento de los hispanos en Carolina del Norte ya no es exclusivamente mexicano como hace diez años.

Los típicos «órale», «chido» o «qué padre» se mezclan ahora con expresiones como «chévere», «chero» o «bacano» de los caribeños, centroamericanos y sudamericanos.

Las diferentes variantes del español que hoy se escuchan en el estado constituyen una muestra de la diversificación que ha experimentado la explosiva migración latina de la última década, de acuerdo con las cifras del Censo 2010.

Según estos datos, en Carolina del Norte viven 800.120 latinos, más del doble que en 2000 cuando se contaron 378.963. Hoy representan el 8,4% de la población total.

Con un crecimiento del 111,1% en los últimos diez años, Carolina del Norte es el sexto estado con mayor aumento de población latina en Estados Unidos, detrás de Carolina del Sur, Alabama, Tenesí, Kentucky y Arkansas, y ocupa el duodécimo lugar entre los estados con mayor número de hispanos.

Aunque la población mexicana sigue siendo la más numerosa, con 486.960 personas que representan el 60,8% del total, son los inmigrantes centroamericanos, caribeños y sudamericanos los que más han aumentado en esta última década.

Mientras los mexicanos crecieron en un 97,51 por ciento en la última década, los centroamericanos en 241,3% y los sudamericanos en 257%.

El caso más llamativo es el de los salvadoreños, que pasaron de 8.679 en 2000 a 37.778 en 2010, lo que equivale a un aumento de 335%. Así, constituyen la segunda comunidad hispana detrás de la mexicana.

«Cuando viene el consulado móvil de El Salvador, nosotros recibimos más de 1.000 llamadas de personas pidiendo una cita», dice Enrique Coello, hondureño que desde 1999 trabaja organizando los consulados móviles de El Salvador y Honduras en Raleigh. «Lo que yo he podido ver es que muchos vienen de otros estados, especialmente Virginia y Maryland, en busca de oportunidades de trabajo en la agricultura y la construcción, y esto se ha visto más en los últimos cinco años con la caída de la economía».

Entre los hispanos de origen caribeño, los dominicanos son quienes han registrado mayor crecimiento: 431% en la última década, que pasaron a ser 15.225 de 2.865.

«La mayoría de los dominicanos viene de otros estados porque la calidad de vida es mejor, acá encuentran mejores escuelas, las casas son más baratas y en general todo es más económico», dijo Lucía Gómez, dominicana que emigró de Nueva Jersey a Raleigh hace seis años y es dueña de Caribbean Café, un restaurante que es centro de reunión de dominicanos, cubanos y puertorriqueños en Raleigh, Durham y Chapel Hill.

Según el reporte «Fuera de alcance» de 2011, de la Coalición Nacional de Vivienda para Personas de Bajos Ingresos, el alquiler de una vivienda de dos habitaciones cuesta en promedio 1.287 dólares al mes en Maryland, 1.268 en Nueva York y 1.028 en Florida. En Carolina del Norte es de 718 dólares.

El clima en las áreas metropolitanas no es tan extremo como en el norte o el sur de la costa Este. En verano la temperatura promedio es de 32 grados centígrados, y en invierno entre 5 y 10 grados, con menos de una semana de nieve al año.

Entre los sudamericanos que viven en Carolina del Norte, el grupo mayoritario sigue siendo el de los colombianos que pasaron de 4.985 en 2000 a 17.648 en 2010, seguido por los peruanos, que crecieron de 1.983 a 8.247 en diez años.

Para Angeles Ortega Moore, mexicana que trabaja para la Oficina Regional del Censo en Charlotte, la diversificación de la migración hispana al estado se debe a que los latinos encuentran ahora una plataforma de servicios que hace una década no existían, como clases de inglés gratuitas y servicios bilingües, y además porque es más económico y tiene mejor clima que otros estados como Nueva York o Florida.

«Primero fueron los mexicanos y algunos centroamericanos los que llegaron aquí para trabajar en la construcción y ellos abrieron el camino para otros grupos de latinos que encuentran más servicios para ellos, los cuales antes no existían», dijo.

Sin embargo, desde hace unos siete años, Carolina del Norte ha dejado de ser un estado amigable para los latinos, especialmente los que no tienen autorización legal para estar en el país, por el endurecimiento de las leyes para frenar la inmigración ilegal a través de programas de deportación.

En 2004, la División de Vehículos Motorizados (DMV por sus siglas en inglés) redujo la cantidad de documentos aceptados para tramitar una licencia de conducir, y en 2006 estableció, como requisito obligatorio para obtener el documento, el presentar una tarjeta de seguro social o una visa vigente.

Además, los datos del crecimiento de la población hispana contrastan con las cifras de la masiva deportación de inmigrantes a través del programa 287(g), que opera en seis condados (Alamance, Cabarrus, Gaston, Henderson, Mecklenburg y Wake) y la ciudad de Durham.

Permite a policías locales identificar a extranjeros que han sido detenidos, si están en el país ilegalmente para luego entregarlos al Servicio de Control de Inmigración y Aduanas (ICE por sus siglas en inglés).

Desde que se inició el programa en 2006, en el condado de Mecklenburg (Charlotte), donde viven la mayoría de hispanos del estado (111.944), más de 10.000 inmigrantes fueron puestos en proceso de deportación, según las cifras del alguacil.

En el condado de Wake, donde queda Raleigh y viven 87.922 hispanos, el programa ha deportado desde julio de 2008 a la fechas más de 5.000 inmigrantes, según cifras del alguacil.

Desde 2008, además, empezó a operar en Carolina del Norte el programa Comunidades Seguras, que permite comparar los datos biométricos de todos los detenidos con la base de datos de ICE, FBI y el Departamento de Seguridad Interna, entre otras instituciones.

Desde marzo pasado, el programa se hizo obligatorio en los cien condados del estado, lo que podría empeorar la presión sobre los inmigrantes.

Pese a todo, la inmigración hispana no se ha detenido como muestran los datos del Censo 2010. La investigadora Paula D. McClain, codirectora del Centro para el Estudio de Raza, Etnicidad y Género en las Ciencias Sociales de la Universidad de Duke, en Durham, no cree que las deportaciones hayan influido en la diversificación del origen de los inmigrantes latinos que llegan al estado.

«Con el tiempo, los patrones de inmigración cambian y esto es lo que podríamos estar viendo en Carolina del Norte», dijo. «Una vez que un grupo, en este caso los mexicanos, pone un pie en el área, entonces otros grupos latinos lo siguen».

«Los inmigrantes sigue llegando a este estado a pesar de las hostilidades ya que provienen de países donde, en algunos casos, el 50% de la población o más vive por debajo del nivel de pobreza», dice la doctora María de Guzmán, Directora de Estudios Latinos de la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill. «Vienen por la misma razón por la que inmigrantes han venido a los Estados Unidos: mejores oportunidades y una oportunidad de sobrevivir a pesar de los peligros de su viaje, la dureza de la reubicación y las xenofobias a las que se enfrentan».

No todos los hispanos en el estado carecen de autorización legal para vivir en el país. Según el último estimado del Pew Hispanic Center, en Carolina del Norte hay 325.000 inmigrantes sin autorización, es decir poco menos de la mitad del total de latinos registrados en este último Censo.

Grupos como el de los puertorriqueños, que suman 71.800, y los cubanos, que son 18.000, tienen permiso para vivir en el país, al igual que un grupo importante de salvadoreños y hondureños que cuentan con el beneficio del Estatus de Protección Temporal (TPS).

«Gran parte de nuestra comunidad tiene TPS y amparados en ese programa pueden trabajar, sacar licencias, comprar sus casas y vivir legalmente en el país», dijo Kelly Bautista, directora ejecutiva de la Unión Salvadoreña (Unisal), con sede en Charlotte.

«No tenemos cifras exactas de cuántos salvadoreños tienen TPS en Carolina del Norte, pero me atrevería decir que son la mayoría, considerando que en todo el país hay unos 214.000 salvadoreños que califican para renovar su TPS cada 18 meses», dijo Bautista.

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RALEIGH, Carolina del Norte, EE.UU— El acento de los hispanos en Carolina del Norte ya no es exclusivamente mexicano como hace diez años.

Los típicos «órale», «chido» o «qué padre» se mezclan ahora con expresiones como «chévere», «chero» o «bacano» de los caribeños, centroamericanos y sudamericanos.

Las diferentes variantes del español que hoy se escuchan en el estado constituyen una muestra de la diversificación que ha experimentado la explosiva migración latina de la última década, de acuerdo con las cifras del Censo 2010.

Según estos datos, en Carolina del Norte viven 800.120 latinos, más del doble que en 2000 cuando se contaron 378.963. Hoy representan el 8,4% de la población total.

Con un crecimiento del 111,1% en los últimos diez años, Carolina del Norte es el sexto estado con mayor aumento de población latina en Estados Unidos, detrás de Carolina del Sur, Alabama, Tenesí, Kentucky y Arkansas, y ocupa el duodécimo lugar entre los estados con mayor número de hispanos.

Aunque la población mexicana sigue siendo la más numerosa, con 486.960 personas que representan el 60,8% del total, son los inmigrantes centroamericanos, caribeños y sudamericanos los que más han aumentado en esta última década.

Mientras los mexicanos crecieron en un 97,51 por ciento en la última década, los centroamericanos en 241,3% y los sudamericanos en 257%.

El caso más llamativo es el de los salvadoreños, que pasaron de 8.679 en 2000 a 37.778 en 2010, lo que equivale a un aumento de 335%. Así, constituyen la segunda comunidad hispana detrás de la mexicana.

«Cuando viene el consulado móvil de El Salvador, nosotros recibimos más de 1.000 llamadas de personas pidiendo una cita», dice Enrique Coello, hondureño que desde 1999 trabaja organizando los consulados móviles de El Salvador y Honduras en Raleigh. «Lo que yo he podido ver es que muchos vienen de otros estados, especialmente Virginia y Maryland, en busca de oportunidades de trabajo en la agricultura y la construcción, y esto se ha visto más en los últimos cinco años con la caída de la economía».

Entre los hispanos de origen caribeño, los dominicanos son quienes han registrado mayor crecimiento: 431% en la última década, que pasaron a ser 15.225 de 2.865.

«La mayoría de los dominicanos viene de otros estados porque la calidad de vida es mejor, acá encuentran mejores escuelas, las casas son más baratas y en general todo es más económico», dijo Lucía Gómez, dominicana que emigró de Nueva Jersey a Raleigh hace seis años y es dueña de Caribbean Café, un restaurante que es centro de reunión de dominicanos, cubanos y puertorriqueños en Raleigh, Durham y Chapel Hill.

Según el reporte «Fuera de alcance» de 2011, de la Coalición Nacional de Vivienda para Personas de Bajos Ingresos, el alquiler de una vivienda de dos habitaciones cuesta en promedio 1.287 dólares al mes en Maryland, 1.268 en Nueva York y 1.028 en Florida. En Carolina del Norte es de 718 dólares.

El clima en las áreas metropolitanas no es tan extremo como en el norte o el sur de la costa Este. En verano la temperatura promedio es de 32 grados centígrados, y en invierno entre 5 y 10 grados, con menos de una semana de nieve al año.

Entre los sudamericanos que viven en Carolina del Norte, el grupo mayoritario sigue siendo el de los colombianos que pasaron de 4.985 en 2000 a 17.648 en 2010, seguido por los peruanos, que crecieron de 1.983 a 8.247 en diez años.

Para Angeles Ortega Moore, mexicana que trabaja para la Oficina Regional del Censo en Charlotte, la diversificación de la migración hispana al estado se debe a que los latinos encuentran ahora una plataforma de servicios que hace una década no existían, como clases de inglés gratuitas y servicios bilingües, y además porque es más económico y tiene mejor clima que otros estados como Nueva York o Florida.

«Primero fueron los mexicanos y algunos centroamericanos los que llegaron aquí para trabajar en la construcción y ellos abrieron el camino para otros grupos de latinos que encuentran más servicios para ellos, los cuales antes no existían», dijo.

Sin embargo, desde hace unos siete años, Carolina del Norte ha dejado de ser un estado amigable para los latinos, especialmente los que no tienen autorización legal para estar en el país, por el endurecimiento de las leyes para frenar la inmigración ilegal a través de programas de deportación.

En 2004, la División de Vehículos Motorizados (DMV por sus siglas en inglés) redujo la cantidad de documentos aceptados para tramitar una licencia de conducir, y en 2006 estableció, como requisito obligatorio para obtener el documento, el presentar una tarjeta de seguro social o una visa vigente.

Además, los datos del crecimiento de la población hispana contrastan con las cifras de la masiva deportación de inmigrantes a través del programa 287(g), que opera en seis condados (Alamance, Cabarrus, Gaston, Henderson, Mecklenburg y Wake) y la ciudad de Durham.

Permite a policías locales identificar a extranjeros que han sido detenidos, si están en el país ilegalmente para luego entregarlos al Servicio de Control de Inmigración y Aduanas (ICE por sus siglas en inglés).

Desde que se inició el programa en 2006, en el condado de Mecklenburg (Charlotte), donde viven la mayoría de hispanos del estado (111.944), más de 10.000 inmigrantes fueron puestos en proceso de deportación, según las cifras del alguacil.

En el condado de Wake, donde queda Raleigh y viven 87.922 hispanos, el programa ha deportado desde julio de 2008 a la fechas más de 5.000 inmigrantes, según cifras del alguacil.

Desde 2008, además, empezó a operar en Carolina del Norte el programa Comunidades Seguras, que permite comparar los datos biométricos de todos los detenidos con la base de datos de ICE, FBI y el Departamento de Seguridad Interna, entre otras instituciones.

Desde marzo pasado, el programa se hizo obligatorio en los cien condados del estado, lo que podría empeorar la presión sobre los inmigrantes.

Pese a todo, la inmigración hispana no se ha detenido como muestran los datos del Censo 2010. La investigadora Paula D. McClain, codirectora del Centro para el Estudio de Raza, Etnicidad y Género en las Ciencias Sociales de la Universidad de Duke, en Durham, no cree que las deportaciones hayan influido en la diversificación del origen de los inmigrantes latinos que llegan al estado.

«Con el tiempo, los patrones de inmigración cambian y esto es lo que podríamos estar viendo en Carolina del Norte», dijo. «Una vez que un grupo, en este caso los mexicanos, pone un pie en el área, entonces otros grupos latinos lo siguen».

«Los inmigrantes sigue llegando a este estado a pesar de las hostilidades ya que provienen de países donde, en algunos casos, el 50% de la población o más vive por debajo del nivel de pobreza», dice la doctora María de Guzmán, Directora de Estudios Latinos de la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill. «Vienen por la misma razón por la que inmigrantes han venido a los Estados Unidos: mejores oportunidades y una oportunidad de sobrevivir a pesar de los peligros de su viaje, la dureza de la reubicación y las xenofobias a las que se enfrentan».

No todos los hispanos en el estado carecen de autorización legal para vivir en el país. Según el último estimado del Pew Hispanic Center, en Carolina del Norte hay 325.000 inmigrantes sin autorización, es decir poco menos de la mitad del total de latinos registrados en este último Censo.

Grupos como el de los puertorriqueños, que suman 71.800, y los cubanos, que son 18.000, tienen permiso para vivir en el país, al igual que un grupo importante de salvadoreños y hondureños que cuentan con el beneficio del Estatus de Protección Temporal (TPS).

«Gran parte de nuestra comunidad tiene TPS y amparados en ese programa pueden trabajar, sacar licencias, comprar sus casas y vivir legalmente en el país», dijo Kelly Bautista, directora ejecutiva de la Unión Salvadoreña (Unisal), con sede en Charlotte.

«No tenemos cifras exactas de cuántos salvadoreños tienen TPS en Carolina del Norte, pero me atrevería decir que son la mayoría, considerando que en todo el país hay unos 214.000 salvadoreños que califican para renovar su TPS cada 18 meses», dijo Bautista.

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