Carrusel de duendes, difuntos y olvidados

Giovanny Cruz Durán, exponente de primera línea del teatro dominicano, retoma el sendero novelístico que inició con Crónicas de vellonera, esta vez con un texto provocador, en lo estilístico y en la constitución psicológica de los personajes,&#823

Giovanny Cruz Durán, exponente de primera línea del teatro dominicano, retoma el sendero novelístico que inició con Crónicas de vellonera, esta vez con un texto provocador, en lo estilístico y en la constitución psicológica de los personajes, estructurando un universo que reivindica elementos fundamentales de la religiosidad popular dominicana, históricamente despreciada y en ocasiones perseguida por los cultos representativos de las clases dominantes. Hasta el más avezado lector de novelas se mantiene en permanente suspenso por la intrínseca naturaleza de los perfiles humanos que se van sucediendo en el texto, entre la metamorfosis, el mimetismo y la simulación, con sórdidos escenarios en los que la angustia existencial presenta a los protagonistas como seres agobiados por deudas kármicas ineludibles. El Carrusel arranca con el adelanto de unos manuscritos dejados por la moribunda Esperanza Mejías, veterana maestra puertorriqueña en Nueva York que deja unas memorias que deberán servir de materia prima para el novel escritor Carlos Espinal escribir la novela que habrá de revelar secretos del vudú dominicano, hasta reconstruir la aldea de Los Olvidados, erigida en las dunas de Baní, caracterizada por una pobreza proverbial que sus habitantes soportan con un estoicismo hiperbólico. La novela oscila sin perder intensidad entre un realismo fantástico en el que intervienen duendes, deidades africanas camufladas con figuras del santoral católico y dioses desenterrados de los panteones aborígenes destruidos por la cruenta civilización impuesta por los colonizadores españoles. Pero también emerge un hiperrealismo representado en figuras como el contratista gubernamental Guarocuya Liranzo y el malogrado ingeniero Iván Villeta, junto a referencias del fenecido humorista y productor Freddy Beras Goico, entre otras personalidades de la vida política y social de la República Dominicana. La obra es tacaña en idilios, y tanto el que nació en Villa Trina como en El Pino de Dajabón se extinguen entre nubarrones de tragedias. Durante muchos años habrá que hablar de esta novela de Giovanny Cruz.

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