El actual proceso electoral, que concluiría el 19 de mayo si el resultado presidencial se definiera en primera vuelta, ha tenido algunas características particulares, que incluso han ganado aplausos de la opinión pública.
El sector empresarial se ha ganado el mayor elogio en lo que va del proceso por sus iniciativas de generar espacios para que los principales candidatos presidenciales y a cargos vicepresidenciales y senadurías, expongan sus propuestas. La Cámara Americana de Comercio, la Asociación de Industrias, el Conep, Compromiso Santiago y la Madre y Maestra, son algunas de las entidades que han tomado la delantera. En la organización sobresale el respeto y el trato igualitario a los candidatos.
El mayor triunfo en el proceso ha sido para la Asociación Nacional de Jóvenes Empresarios (ANJE) que logró tres días de debates. El de mayor trascendencia fue el debate presidencial con los tres principales aspirantes, Luis Abinader, Leonel Fernández y Abel Martínez. La ANJE perseveró durante 30 años y lo logró.
También organizó debates con gran interés el Codessd. Desde la perspectiva del contenido, especialmente en el vocabulario de los principales candidatos presidenciales, la campaña ha sido decente y el proselitismo se ha desarrollado sin mayores escándalos.
Sin embargo, la campaña queda manchada por la compra y venta de dirigentes políticos en unos niveles nunca antes vistos, ni en la intensidad ni en el descaro. La práctica hasta parece normalizada.
Tratar de justificar el mercado de venta de voluntades políticas con el argumento de que eso siempre ha ocurrido, es una forma ligera de atender el mal que se ha sembrado. Hay casos más tristes, como el de algunas figuras, que además de dinero y poder, han perdido hasta su identidad personal, ya casi en el ocaso de su vida.
El mercado de compra y venta de dirigentes ha dejado herida a la democracia y al sistema de partidos políticos, la profundidad de esa lesión, la dirá el tiempo, pero ya hay voces que han emitido la alerta, como la Finjus y el Codue. Cuando pasen los nublados, contaremos las estrellas.
