Carta de Roldán al Cardenal Cisneros (VII)

Luego de hipotetizar que la rebelión que encabezaba Roldán era seguida y temida, y por ende efectiva, explica el terror que sus acciones generaban entre los indígenas de la siguiente manera: (Roldán, como agente del terror entre los aborígenes)&#8230

Luego de hipotetizar que la rebelión que encabezaba Roldán era seguida y temida, y por ende efectiva, explica el terror que sus acciones generaban entre los indígenas de la siguiente manera: (Roldán, como agente del terror entre los aborígenes) … no osaba hacer otra cosa. Desto hobo muchos testigos de oidas, que lo habían sabido de indios, y viéronse muchas conjeturas y argumentos dello; y una era, que tenía un hijo y un sobrino consigo (de) Manicaotex, como en rehenes de su tributo, y otra, que buscaba todas las joyuelas y cositas que podía haber de Castilla… para darle al dicho Cacique, … y llamábalo su hermano. Cosa pareció muy pensada y platicada de propósito, de muchos días antes y de algunas personas principales, … este motín ó alzamiento, creyendo que el Almirante nunca á esta isla volviera, según lo que Juan Aguado había dicho; y para mí tengo creído, que dio el Juan Aguado harta ocasión para ello, de donde procedió á toda esta tierra y gentes della tan grande daño y peligro. Luego que el Almirante de la Isabela partió, procuró Francisco Roldán hacer gran cantidad de herraje para los caballos, clavos y herraduras, lo que nunca antes había hecho, ni era entonces tan necesario como de antes lo fué, según parecía, y así lo juraron los testigos, en cierta probanza que, sobre esto de muchas y muy honradas personas que yo cognoscí, que fueron testigos, se hizo,1a cual yo tuve muchos días conmigo, y della saqué todo ó lo más que desta rebelión y alzamiento de Francisco Roldán y sus secuaces aquí digo. Visto D. Bartolomé en cuánto peligro estaba, por aficionar más á sí á los españoles mandóles que daría á cada uno un esclavo ó tantos esclavos; de aquí tomaron los que seguían á Francisco Roldan atrevimiento á más robar y oprimir á los tristes indios. Lo mismo hacían los que seguían al D. Bartolomé, y no osaba irles á la mano porque no lo dejasen y se alzasen con Francisco Roldán.

Cada día se le allegaba más gente á Francisco Roldán y más se engrosaba su partido, como su vida y la de los que con él andaban era tan ancha, gozando de todos los vicios que querían, y, sobre todo, libertad y señorío, porque temblaban dellos los indios, por lo cual los adoraban y servían, y, con esto, él más soberbio y obstinado se hacía; y con esta pujanza, según dijeron muchas veces muchos de su compañía, se terminaba de poner cerco á D. Bartolomé Colón, que estaba en la fortaleza de la Concepción susodicha; y hombre de los suyos, que se llamaba Gonzalo Gómez Collado, tomó juramento á otro que había nombre Gonzalo de la Rambla, y este fué de los que no quisieron seguir á Roldán, que dijese á don Bartolomé, y sino pudiese á D. Bartolomé, á D. Diego de Salamanca, que le avisase que mirase por sí, é que por ninguna manera saliese de la fortaleza, y en ella de quién se fiaba, por que supiese de cierto, que, de cualquiera manera que hacerlo pudiesen, lo habían de matar.

Estando en este estado estas cosas, y D. Bartolomé en medio destos peligros y de sus angustias, cada día esperando cuando había (habría) de llegar Francisco Roldán a cercarlo… .

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