Cautela, clave en temporada ciclónica

Con el mes de junio inició oficialmente la temporada ciclónica, una época del año que se traduce en preocupación para cientos de miles de dominicanos que viven en comunidades vulnerables, y que cada año sufren los embates de inundaciones, deslizamie

Con el mes de junio inició oficialmente la temporada ciclónica, una época del año que se traduce en preocupación para cientos de miles de dominicanos que viven en comunidades vulnerables, y que cada año sufren los embates de inundaciones, deslizamientos de tierra y de impetuosos vientos que suelen acompañar prolongados y torrenciales aguaceros.

Vale decir que en estos tiempos todos, de alguna forma, estamos bajo amenazas o riesgos, porque las secuelas de una tormenta o cualquier otro fenómeno vinculado a esta temporada no discrimina al momento de dejarse sentir. Es por esto que los llamados de precaución y orientación emanados de los organismos competentes van dirigidos a toda la población dominicana, sin excepción alguna.

Sin embargo, los asentamientos humanos levantados en puntos geográficos cercanos a ríos, litorales costeros o cañadas son los que representan mayores niveles de peligro. Y esto entonces convierte esos lugares en mayor foco de atención para el Centro de Operaciones de Emergencias (COE), que es la entidad estatal responsable de salvaguardar la vida de los diez millones de dominicanos que vivimos en esta media isla.

En cada temporada ciclónica se produce un fenómeno igualmente inquietante, porque tiene que ver con comportamientos y actitudes hasta cierto punto irracionales, de personas que no terminan de entender la magnitud del riesgo de no hacer caso a las sugerencias oficiales, cuyo fin primordial es preservar vidas.

Cada año, los dominicanos entramos en el círculo vicioso de ser testigos de muertes y desapariciones de ciudadanos que por tozudez, más que por desconocimiento, sucumben ante la embestida de crecidas de ríos y cañadas o sepultados bajo derrumbes de tierra que en su momento fueron oportunamente advertidos.

Cientos de miles de voluntarios de la Defensa Civil son distribuidos en cada rincón del país, especialmente en los puntos de más fragilidad, no sólo para atender cualquier situación de emergencia que se pueda presentar, sino para prevenir desastres mediante orientaciones y consejos que de ser atendidos pueden salvar muchas vidas.

Pero la práctica nos muestra otra realidad. Son incontables los casos de familias que a pocas horas de la entrada al país de un fenómeno atmosférico anunciado por el COE se mantienen en sus casas, construidas a orillas de afluentes que aumentan sus aguas incluso con cualquier llovizna.

El gobierno está en la obligación de socorrer a las víctimas de ciclones y tormentas. Pero la ciudadanía debe responder con conducta juiciosa a cada exhortación de parte de los organismos autorizados, cumpliendo cada indicación, cada paso, dirigidos a evitarles situaciones que en el peor de los casos puedan ser posteriormente irreparables.

El COE ha dicho que esta temporada ciclónica podría ser muy activa, porque se prevé que el país pueda ser afectado por unas 13 o 14 tormentas formadas en el Atlántico, lo que sumado al fenómeno de La Niña supone un ingrediente adicional para no tomar a chiste los llamados de alerta y prevención.

República Dominicana ha sido azotada por devastadoras tormentas en las últimas décadas, con un trágico saldo de pérdidas de vidas y significativos golpes al aparato productivo nacional, principalmente a la agricultura.

Es hora de que asumamos todos un rol protagónico, no sólo haciendo frente a los embates de las ráfagas de vientos y copiosos aguaceros, sino acatando las orientaciones y disposiciones de las instituciones facultadas para tan ingente tarea.

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