Chávez, dominicana y la falsa izquierda

Cuanta preocupación generaba el Comandante Hugo Chávez a los sectores conservadores de la nación, la verdadera amenaza a la democracia representativa que desde más de cuatro décadas domina el sistema político dominicano, era el Teniente coronel&#823

Chávez, Dominicana y la falsa izquierda

Cuanta preocupación generaba el Comandante Hugo Chávez a los sectores conservadores de la nación, la verdadera amenaza a la democracia representativa que desde más de cuatro décadas domina el sistema político dominicano, era el Teniente Coronel&#823

Cuanta preocupación generaba el Comandante Hugo Chávez a los sectores conservadores de la nación, la verdadera amenaza a la democracia representativa que desde más de cuatro décadas domina el sistema político dominicano, era el Teniente coronel venezolano que saltó a la fama luego del fallido intento de golpe de estado al presidente Carlos Andrés Pérez un cuatro de febrero del año 1992. Al igual que Fidel Castro con el asalto al cuartel Moncada, que fue un gran fracaso militar, el líder del Movimiento Revolucionario Bolivariano 200, su fracaso militar lo transformó en un poderoso triunfo político que lo llevó a ser la figura dominante no solo de Venezuela sino de todo el hemisferio desde su ascenso a la primera magistratura del Estado cenezolano en 1999.

Todo el proceso de cambio que se dio en Venezuela tuvo un efecto contagio en otras naciones de Suramérica: Brasil con Lula, Bolivia con Evo, Ecuador con Correa, Nicaragua con el regreso del sandinismo de Ortega, Paraguay con Lugo, Uruguay con Mujica, al igual que otros gobiernos que se comenzaron a sumar a la ola emancipadora del continente, como el caso de Chile con la Bachelet, Argentina con Néstor Kirchner, para luego sumarse Honduras con Zelaya. Y estuvo a un pelo de México con López Obrador.

Se estaban escribiendo páginas de gloria en la historia de nuestros pueblos, procesos de cambios a partir de la conquista del poder liderados por figuras nuevas emergentes en la mayoría de los casos, con una profunda vocación de humanismo y justicia social. Chávez no se conformaba con poco, asumió el liderazgo de toda esa corriente de cambios en las naciones de América Latina y los países del Caribe. Era el cuco de las oligarquías de todas las naciones del hemisferio aun con gobiernos conservadores.

En Dominicana con la quiebra de la democracia representativa cimentada en tres partidos mayoritarios y un conjunto de fuerzas políticas satélites de los mismos, todo estaba dado para que esa ola de cambio nos tocara. Todo lo que oliera a Chávez fuera de los dominios del Estado oligarca dominicano y sus tentáculos bien camuflados en los grupos “progresistas y de izquierda” activaba la más enconada represión de los órganos de seguridad e inteligencia al servicio del Estado corrompido.

Sí que tuvieron éxito, sí que arremetieron contra proyectos verdaderos investidos de la más pura dominicanidad, respiraron esos sectores conservadores con la salida de la escena pública del Comandante Chávez. Solo que, por ahora.

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Cuanta preocupación generaba el Comandante Hugo Chávez a los sectores conservadores de la nación, la verdadera amenaza a la democracia representativa que desde más de cuatro décadas domina el sistema político dominicano, era el Teniente Coronel venezolano que saltó a la fama luego del fallido intento de golpe de Estado al presidente Carlos Andrés Pérez un cuatro de febrero del año 1992. Al igual que Fidel Castro con el asalto al cuartel Moncada, que fue un gran fracaso militar, el líder del Movimiento Revolucionario Bolivariano 200, su fracaso militar lo transformó en un poderoso triunfo político que lo llevó a ser la figura dominante no solo de Venezuela sino de todo el hemisferio desde su ascenso a la primera magistratura del Estado venezolano en 1999.

Todo el proceso de cambio que se dio en Venezuela tuvo un efecto contagio en otras naciones de Suramérica: Brasil con Lula, Bolivia con Evo, Ecuador con Correa, Nicaragua con el regreso del sandinismo de Ortega, Paraguay con Lugo, Uruguay con Mujica, al igual que otros gobiernos que se comenzaron a sumar a la ola emancipadora del continente, como el caso de Chile con la Bachelet, Argentina con Néstor Kirchner, para luego sumarse Honduras con Zelaya. Y estuvo a un pelo de México con López Obrador.

Se estaban escribiendo páginas de gloria en la historia de nuestros pueblos, procesos de cambios a partir de la conquista del poder liderados por figuras nuevas emergentes en la mayoría de los casos, con una profunda vocación de humanismo y justicia social.

Chávez no se conformaba con poco, asumió el liderazgo de toda esa corriente de cambios en las naciones de América Latina y los países del Caribe. Era el cuco de las oligarquías de todas las naciones del hemisferio aun con gobiernos conservadores.

En Dominicana con la quiebra de la democracia representativa cimentada en tres partidos mayoritarios y un conjunto de fuerzas políticas satélites de los mismos, todo estaba dado para que esa ola de cambio nos tocara. Todo lo que oliera a Chávez fuera de los dominios del estado oligarca dominicano y sus tentáculos bien camuflados en los grupos “progresistas y de izquierda” activaba la más enconada represión de los órganos de seguridad e inteligencia al servicio del estado corrompido.

Sí que tuvieron éxito, sí que arremetieron contra proyectos verdaderos investidos de la más pura dominicanidad, respiraron esos sectores conservadores con la salida de la escena pública del Comandante Chávez. Solo que, por ahora.

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