Es muy comentado el dicho del rey Salomón: “Todo tiene su tiempo y todo lo que se quiere debajo del sol tiene su hora”. Ha atravesado épocas, cuadrantes geográficos y corazones, especialmente porque todos sabemos quién tiene el reloj en su mano y sus designios empujan la arena del colosal reloj de la vida.
Dios ha planificado bendecirte, los hilos de tu respiración están entretejidos en la epidermis de su mano y la diligencia de tu obediencia sentencia tus bendiciones a un tiempo de gran benevolencia. Cuando la hora de Dios llega, el cielo y la tierra se alinean en el cruce divino de tus oportunidades se saludan en una cita celestial, en ese instante de gloria, aun lo que no tuvo sentido obtiene significado.