La ciudad de Santiago, principal centro económico del Cibao, tiene problemas que se han agravado con una gestión municipal muy pobre, que generó al principio muchas expectativas en los barrios, y en cuatro años se han convertido en frustraciones. Cada semana recibimos un reporte de una manifestación en reclamo de servicios que debe ofrecer el cabildo.
Infraestructuras viables en condiciones deplorables, drenaje de todo tipo colapsados, dificultades gravísimas en la recolección de la basura. Las comunidades, especialmente las más carenciadas, se sienten abandonadas por el cabildo, y por extensión, por el gobierno nacional.
Los pobladores han perdido las esperanzas, y en zonas como Cienfuegos, por su potenciación económica y la alta concentración poblacional, lo que se aspira es a que se le transfiera capacidad de autoadministración y gestión de los problemas que la alcaldía de Gilberto Serulle no resuelve. Una comprensible reclamación dentro de la concepción de descentralización de la toma de decisiones.
Los políticos y los partidos, siempre prestos a atender estos reclamos porque sienten la necesidad de ser revalidados cada cuatro años, no vacilan en conceder apoyo. En ese temperamento la Cámara de Diputados aprobó la creación del municipio Santiago Oeste, que comprende a Cienfuegos, Ingenio Abajo y no menos de 66 comunidades con múltiples carencias de saneamiento y servicios esenciales.
Los habitantes de Cienfuegos están persuadidos de que con un gobierno local encararían los problemas y mejorarían la calidad de vida. Sin embargo, ese desprendimiento plantea una nueva situación a la ciudad, toda vez que elevaría los costos de la gestión, con una nueva burocracia, redistribución del presupuesto del municipio cabecera y el surgimiento de distritos municipales con sus juntas y nuevas secciones.
La creación del municipio Santiago Oeste cayó bien en esa zona de la ciudad. La alegría de la gente de Cienfuegos es comprensible, pero los gobernantes no deben actuar a la ligera. Cienfuegos sería el municipio número 232 de la República y no se sabe cuántos distritos habría que añadir.
Un municipio tan vital como Santiago, muy bien representado por sus legisladores, con dinámicos sectores productivos y comerciales, debe reflexionar seriamente sobre este tipo de decisión.
