Durante la rendición de cuentas ante el Congreso Nacional el 27 de febrero del 2013, el presidente de la República, Danilo Medina, anunció que pondría en marcha un plan de seguridad ciudadana para disminuir los altos niveles de delincuencia que azotan al país.
Todos saludamos con júbilo la medida, pero hasta ahora no se ha visto el efecto esperado, sin importa el sector, la hora, persona o lugar, la delincuencia va en aumento.
En los barrios, la falta de luz eléctrica y vigilancia policial va en beneficio de los delincuentes y en detrimento de la población.
Los padres desesperados, esperan el regreso de sus hijos/as de las escuelas y universidades, algunos salen hasta las paradas de carros o autobuses para esperarlos allí por miedos a que los atraquen.
En algunos sectores las parroquias se han visto forzadas a cambiar sus horarios de actividades para que los feligreses regresen temprano a sus casas.
La ciudadanía esta desprotegida, esta atemorizada. Los atracos, además del mal momento, dejan secuelas psicológicas en las personas, que posterior al hecho presentan síntomas de nerviosismo, insomnio, frustración y en algunos casos temor a salir a la calle.
El artículo 255.- de la constitución refiriéndose a la Policía Nacional dice, su misión es: Salvaguardar la seguridad ciudadana; prevenir y controlar los delitos; perseguir e investigar las infracciones penales, bajo la dirección legal de la autoridad competente; y mantener el orden público para proteger el libre ejercicio de los derechos de las personas y la convivencia pacífica de conformidad con la Constitución y las leyes.
Pero la ciudadanía también teme a la policía y entonces como decía un viejo personaje de la televisión ¡Oh y ahora quién podrá defendernos!
Clamemos sin descanso: tenemos derecho a transitar, vivir en paz y a ser protegidos.