Claudio, la guerra y la democracia

Hace 47 años que se produjo la Revolución de Abril de 1965, que fue una consecuencia del golpe de Estado contra el primer gobierno democrático,…

Hace 47 años que se produjo la Revolución de Abril de 1965, que fue una consecuencia del golpe de Estado contra el primer gobierno democrático, ejemplar, después de la caída de la tiranía. De eso hemos hablado recientemente. Ahora, Claudio Caamaño Grullón, ícono viviente de esa gesta, nos obliga de nuevo a referirnos a aquella epopeya del pueblo dominicano.

Claudio hace una confesión muy fuerte, voluntaria, que para su mismidad, parece necesaria. Como combatiente de primera línea, tuvo que ejercer el arte de la guerra, que es horrible, porque implica matar, disparar al enemigo. Abril del 65 fue una guerra entre dominicanos. Luego evolucionó como guerra patria.

Pero en cualquier circunstancia, una guerra siempre es dolorosa, por la sangre y todas las implicaciones que entraña la violencia, y nadie la desearía. Quizás, los actores de aquel proceso previo al grito de Abril, no valoraron que su acción cívico-militar terminaría en una guerra convencional, limitada a un territorio, en la vieja ciudad de Santo Domingo. Sería una acción rápida para reponer el gobierno constitucional de 1963.

Ahora Claudio Caamaño Grullón revela, como una descarga de conciencia, que mató a más de cien personas. Y lógicamente, deplora la sangre. Aquella fue una circunstancia muy singular, y cree que valió la pena, porque el sacrificio se ha convertido en un dique, en un valladar, en una advertencia frente a cualquier tentación contra la constitucionalidad. Mostró también la determinación dominicana de resistir una agresión imperial.

De todas maneras, la confesión de Caamaño Grullón debe llevarnos a reflexionar sobre la necesidad de preservar la democracia a toda costa y reafirmarnos en la cultura de la paz, porque la guerra, aún en nombre de los más elevados valores de nación, deja huellas difíciles de borrar.

Cuidemos la democracia y reconozcamos en Claudio el coraje de confesarse frente al país.

En estos tiempos de elecciones para renovar el ejercicio del poder en el sistema democrático, mantengamos la cordura. Como buenos dominicanos, vayamos a las urnas, persuadidos de que habrá triunfadores y perdedores. Y que todo transcurra en santa paz.

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