No son centros al alcance de todos los bolsillos y en la provincia Santo Domingo, con excepción del municipio Santo Domingo Norte, operan ocho organizaciones de su tipo. Son los clubes sociales, que cuentan con instalaciones seguras, acondicionadas para practicar cualquier deporte o pasatiempo, con un programa de actividades que inicia en la mañana y concluyen en la noche con shows artísticos, organizaciones que se han convertido en una opción para evadir la delincuencia.
Si bien es cierto que los clubes sociales, todavía a mediados de los 90, eran centros muy herméticos, reservados para la clase media alta y alta –aunque todavía existen algunos que son muy selectivos para aprobar la membresía– en la actualidad cualquier persona o familia con posibilidades económicas puede afiliarse a la mayoría de las nueve sociedades que siguen vigentes.
Porque ya no existe el tipo de club que operaba con una filosofía restrictiva desde mediados de los 90 hacia atrás, salvo alguna excepción. Según Alejandro Asmar Sánchez (Chito), presidente durante 16 años de la Federación de Clubes Sociales de Santo Domingo, entidad que se creó en el 1996, estas organizaciones asumieron una política de apertura motivada por las dificultades económicas que algunas de ellas afrontaban. “Cuando asumimos la presidencia en el Club Naco, en ese mismo año, apenas contábamos con una membresía de 500 familias, y actualmente, hay un registro de once mil. Porque ahora acogemos a cabezas de familia con una buena educación y un buen comportamiento, ese es el primer requisito para ingresar a estos clubes, no que sean personas que tengan apellidos reconocidos o de influencia en la sociedad”, comentó Chito Asmar en una entrevista con elCaribe.
Para todas las clases sociales
El Club Naco, fundado en el 1958, es uno de los centros más antiguos de la capital, el cual operaba bajo el celo de sus administraciones que, hasta pasado el 1996, según Asmar, también era muy selectivo para acoger a sus miembros. Otros centros de este tipo son los clubes Arroyo Hondo, Paraíso, Miramar, Los Prados, Casa de España, El Libanés Sirio-Palestino, el Santo Domingo Country Club. Cada uno de ellos funciona con políticas autónomas, unos dirigidos a una clase social media y otros para familias de un nivel económico más alto.
“El Naco y el Country Club son instituciones con unas finanzas estables, que tienen un superávit económico, y hay otros que están más o menos bien, como Arroyo Hondo, el Libanés y Los Prados que están en una escala de una situación aceptable, mientras que el resto está tratado de sortear las dificultades financieras que afectan sus operaciones”, comentó Asmar.
El veterano dirigente clubístico asegura que estos centros de entretenimiento dejaron atrás su política elitista, primero, para poder manejar su situación financiera y, segundo, porque con los años surgieron clubes que alimentaron la competencia. En la actualidad, sostiene Chito Asmar, el club representa la mejor opción para compartir en familia “porque allí está todo: deportes, actividades culturales, fiestas con artistas. Los padres dejan a sus hijos en las instalaciones, con seguridad, y vuelven en la tarde o en la noche a recogerlos. En el club hay menos posibilidades de que se manifieste la delincuencia”.
