Cómo armonizar en la isla

Hace mucho tiempo, los trabajadores haitianos sostuvieron con sus brazos la siembra y cosecha de la caña de azúcar. Venían de muchas maneras, algunas no deseamos recordarlas. En tiempos relativamente modernos, a partir de 1978, durante el gobierno&#823

Hace mucho tiempo, los trabajadores haitianos sostuvieron con sus brazos la siembra y cosecha de la caña de azúcar. Venían de muchas maneras, algunas no deseamos recordarlas. En tiempos relativamente modernos, a partir de 1978, durante el gobierno de Antonio Guzmán, los picadores de caña llegaban con un contrato, una identidad y un compromiso de repatriación al final de la molienda. Muchos de esos ciudadanos se quedaron y formaron familia. La inmensa mayoría se integró a la vida dominicana. Algunos descendientes siguen vinculados a esa industria.

Cuando la caña de azúcar dejó de ser la columna dorsal de la economía, se fueron mudando al cafetal. Ya no venían con un “contrato”, sino por cuenta propia, o bajo la petición de un finquero. Cuando el café también dejó de ser importante, bajaron a las ciudades, y se integraron a la industria de la construcción y ya los tenemos en los servicios.

La generalidad de los dominicanos nos hemos adaptado a una presencia haitiana razonable. A veces percibimos que son demasiado o que su fuerza laboral “domina” un sector de la economía. En realidad, sólo aportan su capacidad de trabajo. Como lo hicieron en la caña o en el cafetal.

La migración es un hecho indiscutible que refleja el estado de las relaciones socioeconómicas en las dos naciones. Esa es una tremenda realidad.

Hay un detalle que los dominicanos no terminamos de descubrir. Los haitianos aportaron y aportan mano de obra. Pero allá, en su territorio, constituyen un mercado de consumidores de productos dominicanos. Nuestro primer o segundo destino de exportación, sea formal o informal.

Tampoco nos damos cuenta que hay un desarrollo asimétrico en los dos países. La capacidad productiva nativa es extraordinaria respecto a la de Haití, que quiere y necesita mejorar. Quizás aspira a que algunos de sus productos estén en el mercado dominicano. Asimismo, aspira que valoremos mejor su fuerza laboral aquí.

Antes que hablar de Organización Mundial de Comercio (OMC) y la OEA, debemos trabajar para comprometer a Haití en un diálogo constructivo sobre conveniencias recíprocas.  Para eso, se necesita también una actitud responsable de nuestros hermanos haitianos.

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