El presidente de la República improvisó ayer un vigoroso discurso que estimula las esperanzas de los pobladores de la subregión Suroeste, durante el inicio formal de los trabajos de la presa de Monte Grande.
En el pasado, se hizo un lanzamiento parecido, a orillas del mar Caribe, en Barahona, pero desde entonces fue poco lo que se avanzó con la obra por inconvenientes diferentes.
Ayer, el presidente Danilo Medina retomó sus palabras de campaña y se comprometió a terminar la presa antes de que deje el poder, y le puso una fecha específica, el 30 de junio de 2016.
Fue un discurso no sólo vigoroso y esperanzador. Tuvo una fuerte carga emocional. Sus recuerdos de la tragedia provocada por las inundaciones del huracán Georges, devastadoras principalmente en el municipio de Tamayo, permiten percibir lo vivas que tiene en su memoria aquellas imágenes desgarradoras.
Más allá de la presa, que es un viejo empeño, el presidente Medina se enfocó en sus ideas sobre el Sur, los proyectos de mangos en Baní, de aguacate en Cambita, San Cristóbal, la recuperación de Boca de Cachón, Independencia, y el desarrollo de Bahía de las Águilas, en Pedernales, en suspenso por los conflictos legales. Y aprovechó el escenario para hablar de cómo se proyecta en el país que desea ver.
El Presidente lució muy enfocado en atacar de raíz los problemas de la gente, para que puedan mejorar sus condiciones de vida, y en efecto, valoró el programa de Banca Solidaria, orientado a apoyar las iniciativas de familias de escasos recursos.
Medina está confiado en los planes de mejoría de la educación, no sólo desde la perspectiva de la calidad de la docencia, sino con la implantación de la Tanda Extendida, que permitirá que los niños de los segmentos de menos ingresos puedan asegurarse la alimentación, que a su vez constituye una forma de mejorar los ingresos familiares.
En fin, que el Presidente está apostando a impactar las condiciones de vida de los pobres. l
