Hace tiempo que vengo preguntándole a mucha gente si conocen la existencia de una cosa llamada Amet, que es verde y usa sombrero, y la irreverente respuesta casi siempre ha sido la misma: “¿Amet?… ¿Amet?… ¿Con qué se come eso?”. Me resisto a creer que la gente no ofrezca una respuesta clara que permita obtener la percepción ciudadana sobre un organismo público llamado a frenar la barbarie en calles, avenidas y carreteras, en las que este año han muerto casi 1,500 personas. Y, pensándolo bien, si a mí mismo me preguntaran para qué sirve la Amet, mi respuesta no podría ser otra: ¿Con qué se come eso?
¿Con qué se come Amet?
Hace tiempo que vengo preguntándole a mucha gente si conocen la existencia de una cosa llamada Amet, que es verde y usa sombrero, y la irreverente respuesta casi siempre ha sido la misma: “¿Amet?… ¿Amet?… ¿Con qué se come eso?”. Me resisto