La confrontación frontal inevitable

Entre Danilo Medina y Leonel  Fernández el pleito está casado. Es cuestión de tiempo. Son  dos  visiones de Estado completamente distintas.

Entre Danilo Medina y Leonel  Fernández el pleito está casado. Es cuestión de tiempo. Son  dos  visiones de Estado completamente distintas. Ambos sometidos al escrutinio de la sociedad. La pelea es inevitable. En el terreno  determinante de los hechos. En la balanza estarán  visión, carácter y compromiso. Y los grandes temas nacionales: corrupción,  delincuencia, narcotráfico,  macro y microeconomía, bienestar general de la población, riqueza y pobreza extrema, desempleo, educación y analfabetismo. Por eso es importante la correlación de fuerzas a lo interno del partido y el control de la maquinaria-escalera al poder. El escenario del primer combate es  intrapartido. Después, en toda la Nación. El desempeño exitoso del poder desde el Estado determinará el vencedor. La sociedad dará su veredicto final.

Las dos maquinarias son poderosas. Lo nuevo está en franca lucha contra lo viejo. La guerra es fría. Los hechos contra las palabras. Está en juego la credibilidad política. Y quien gobierna más cerca de la gente. Es fuerte el uso intensivo de recursos  económicos en las dos maquinarias de poder. La competencia es cerrada. Con todo, dos millones 600 mil  militantes convocados a las urnas es una demostración de fuerza indiscutible. Y más todavía, sortear sus apetencias personales con sabiduría, sin grandes conflictos. La pelea por subir al Comité Central  o al Comité Político es de liga menor. Más bien carnaval político de la democracia. El combate mayor es  entre los grandes,  Danilo y Leonel, por el control político de la maquinaria total, la mayoría de los miembros del  CC y el CP. Cuarenta años después, el sueño de las transformaciones  sociales y económicas  luce lejano. El bochismo como doctrina pesa muy poco arriba, y en la dirigencia media. Muchos ni conocen sus libros.  Pero todavía es referente obligatorio. Mas  allá de la billetera fuerte y el carguito público. 

Después de tres  turnos al bate, Fernández  está  por volver. Aunque luce agotado, sin nada nuevo que ofrecer. Dejó el Estado sin remedio a sus grandes males sociales. No bastó con la  estabilidad macroeconómica y las grandes obras como el Metro de Santo Domingo. Que no resolvió la crisis del transporte – su objetivo estratégico final-  ni  generó los ingresos suficientes para costear sus gastos. Faltó voluntad  política para eliminar el analfabetismo, reducir la pobreza extrema y multiplicar la clase media. No pudo con los apagones  ni con la crisis hospitalaria. Fue tolerante con la corrupción y promovió la impunidad. Aún así Fernández quiere regresar. Contra viento y marea. Tiene su maquinaria engrasada, pero no la popularidad de otros años. Y de frente la maquinaria de Danilo, quien  hasta ahora no desea la reelección, pero  es factor decisivo. Lo que luce inevitable es el choque frontal, una batalla interna dura,  por la nominación presidencial, que Danilo puede librar a través de otro candidato que adverse a Fernández. Falta mucho  aún para el 2016. Las encuestas hablarán. Y dirán claro si las fuerzas políticas que mueven la sociedad están por encima de los partidos. Y revelarán mucho más claro aún, si las fuerzas de Danilo y Leonel marchan aliadas o por rumbos históricos completamente diferentes.

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